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Mañana se alza el telón en la monumental de Las Ventas para la representación de una temporada con muchas y controvertidas expectativas a tenor de los acontecimientos de los últimos días, que dan por segura la ausencia de toreros tan influyentes como "El Juli", Enrique Ponce y José Tomás.

Las Ventas va seguir siendo escenario muy renombrado y tenido en cuenta en el mercado taurino, pero su público, y más aún la afición con carácter de exigente y entendida, los va a echar en falta.

"El Juli" no estará en Madrid por discrepancias con la empresa en las cifras para su contratación. Su apoderado, Roberto Domínguez ha llegado a decir que la otra parte miente cuando da explicaciones para justificarse, y lo documenta con papeles en mano.

Sin duda que "El Juli" lo ha sentido mucho, porque su personalidad, de ambición por encima de otras connotaciones también muy toreras, no lo puede disimular. Este reto le gustaba, y por eso lo ha buscado siempre. De modo que con esta ausencia, como ha dicho su mentor, "pierden todos. Pierde la Fiesta".

El caso de Ponce es bien distinto, pues no vendrá a Madrid porque, como viene siendo habitual en él durante los últimos años, rechaza de plano cualquier intento para que le contraten ya sea la propia empresa o la misma Comunidad de Madrid que en ocasiones ha pretendido anunciarle en la tradicional y de mucho abolengo corrida de la Beneficencia.

El valenciano dice que lo pasa muy mal, él y su familia, no sólo cuando torea sino incluso en las vísperas, desde que se ve anunciado. Un tema raro, más teniendo en cuenta que él mismo reconoce que el dinero y otras condiciones que le han ofrecido, como ganaderías y compañeros de cartel, siempre han estado acordes con su condición de figura.

Punto y aparte para buscarle una explicación a la no comparecencia, también un año más, de José Tomás. Imposible saber por qué no torea en Las Ventas. El mutismo que hay alrededor de este torero es tan grande que ha hecho del mismo su propia plataforma para proyectarse en los medios como el gran misterio que lo hace inalcanzable e inescrutable, y por cierto que ahí está también parte de su fama.

Se hacen mil conjeturas sobre José Tomás, lo mismo si torea como si no torea, lo que ya es el colmo. Y nunca se sabrá si son rumores interesados o simples patrañas como suele ocurrir cuando la procedencia del ruido no está localizada.

La versión más reciente que circula es que "Tomás podría no estar físicamente bien del todo para asumir el desafío que supone Madrid", algo definitivamente a considerar dado que él sale siempre en esta plaza con el valor subido de revoluciones. Aunque no hace falta llegar a esta apreciación cuando ni siquiera ha iniciado contactos con otras empresas para adivinar su proyecto de temporada.

Si bien José Tomás se puede permitir el lujo, y de hecho siempre ha actuado así, de anunciar de un día para otro lo que quiera hacer. Carteles cerrados y abonos programados de antemano, se deshacen en un pis pas si el fenómeno dice de ir.

Desde luego que en Madrid, con los carteles de San Isidro y de la feria de la Cultura prácticamente en la calle, ya no se le espera, aunque por ser Madrid, si todavía se decide, habría una vuelta a empezar. Tal es el influjo de José Tomás.

Y mientras no se puedan hacer apuestas por ninguno de los tres citados, los alicientes de la temporada madrileña van a ser las sorpresas, la esperanza porque surja algún nombre nuevo. O que todavía se consolide cualquiera de los que ya están en liza.

Mañana, en la novillada inaugural debuta Fernando Adrián, que hace pocos días causó muy grata impresión en la feria de Castellón. Una semana después, Domingo de Ramos, en el mano a mano entre los emergentes de la temporada anterior, Iván Fandiño y David Mora, se puede poner la tila a precio por las nubes.

Y el 8 de abril, Domingo de Resurrección, la confirmación de Juan del Álamo y la alternativa de Víctor Barrio, otro reto a cara de perro.

En todos los carteles hay nombres con muchos alicientes. La sabiduría popular recomienda esperar con cautela e ilusión hasta el arrastre del último toro de cada festejo. La suerte está echada para todos.