El Museo del Prado ha recuperado el esplendor del cuadro San Pedro Penitente de los Venerables de Bartolomé Esteban Murillo, que tras ser sometido a una detenida restauración, cuelga desde hoy en una de sus paredes temporalmente.
"Hoy recuperamos un tesoro nacional", ha señalado el director del Prado, Miguel Zugaza, en la sala 17 del edifico Villanueva, donde permanecerá expuesto el cuadro hasta el 17 de enero de 2016, momento en el que regresará a su lugar originario, el Hospital de los Venerables de Sevilla, actual sede de la Fundación Focus-Abengoa, que ha colaborado junto con el museo en la restauración.
El lienzo, pintado por Murillo a petición de Justino de Neve, uno de los patronos del pintor, fue legado al Hospital de los Venerables en 1685, de donde fue expoliado por los franceses durante la Guerra de la Independencia.
Desde el año 2005 la obra estaba en manos de un coleccionista de origen iraní que residía en la Isla de Man, en el Reino Unido, algo que fue descubierto hace tres años, gracias a una exposición sobre Justino de Neve organizada por el Prado, la Fundación Focus-Abengoa y la Dulwich Gallery de Londres.
Desaparecido "virtualmente", en palabras del conservador responsable de la colección de Murillo en el Museo del Prado, Javier Portús, del cuadro solo existía una "mala fotografía en blanco y negro". "El renacimiento del cuadro permitirá que sea apreciado en la medida en que se lo merece", ha asegurado Portús, que lo ha descrito como una "pieza fundamental para definir la pieza artística del autor".
Su estancia temporal en la sala 17, rodeada de otros cuadros del pintor sevillano, sirve para contextualizar la obra dentro de la carrera del autor, según Portús, que tiene como origen una estampa de Ribera que representa a "San Jerónimo oyendo la trompeta del Juicio Final".
"San Pedro Penitente" utiliza recursos técnicos de carácter marcadamente naturalista, a pesar de pertenecer a la etapa más madura de Murillo, pero define una de sus obras de escala y contenido más monumental.
En la sala se produce el encuentro de Murillo con Ribera, uno de los referentes para la mayoría de pintores del siglo XVII, a través del cuadro "Adoración de los pastores" y que pertenece a las primeras épocas de la carrera del sevillano.
Mientras que en "Adoración a los pastores" se muestra un Murillo todavía muy atado al dibujo, según Portús, en "San Pedro Penitente", el sevillano se muestra "como más Murillo, como uno de los pintores de su época que abraza de manera más definida el color", subraya.
Después de un estudio técnico sobre la pintura, que aunque se encontraba en un buen estado de conservación a su llegada a España estaba algo oscura, apagada y sin volumen, se llevó a cabo una intervención de la obra a cargo de la restauradora María Álvarez, quien ya ha trabajado en otros cuadros del pintor.
"La restauración ha sido un vehículo, un medio, para recuperar el mensaje que Murillo había vertido y se había perdido", ha explicado Álvarez, quien ha resumido su trabajo en cinco puntos fundamentales: la composición, el recorrido, el encuadre, las proporciones y, sobre todo, la luz.
El marco también ha sido restaurado, ya que el original se mantiene en el altar de la iglesia del Hospital de los Venerables.