Se dice que Francisco de Quevedo tuvo la osadía de deslizar bajo la servilleta de Felipe IV un memorial en el que realizaba una radiografía crítica de la España de entonces. Esta anécdota, ejemplo de la capacidad de los cómicos para encararse con el poder, inspira la nueva obra de Moncho Borrajo, Yo, Quevedo.
El espectáculo, que a partir del miércoles 15 de enero se representa en el Teatro Muñoz Seca, realiza un juego de paralelismos entre el siglo XVII y la actualidad, ya que el manifiesto, dedicado a Felipe IV y al Conde Duque de Olivares, "viene perfecto para Juan Carlos I y Rajoy o Zapatero", afirma el humorista.
Borrajo, que realiza un doble papel en la obra -interpretando a Quevedo y a sí mismo- reivindica de esta forma que los artistas puedan ser "la voz del pueblo". "La gente necesita que ciertos personajes públicos demos la cara y digamos lo que piensa todo el mundo", opina el humorista.
La idea de efectuar una mezcla entre lo clásico y lo actual le vino a partir de su anterior trabajo, Golfus Hispánicus, en la que daba un toque de contemporaneidad al monólogo que enuncia Marco Antonio ante la muerte de Julio César, cambiando a este último por la figura del autónomo.
Ahora, Borrajo emula a Quevedo y a su ingenioso humor, utilizando la escatología como elemento de burla y realizando en verso una crítica de los acontecimientos de actualidad.
"Este país no tiene problema para darme noticias", bromea el cómico, quien tiene a la Infanta Cristina como objetivo de sus próximas bromas y que encuentra en los periódicos una fuente inagotable de material para su espectáculo, ya que cree que desde el poder "nos cuentan unas cosas que son de 'Las mil y una noches'".
Tras más de 40 años de trayectoria, sabe que el público espera que una serie de patrones se repitan en sus funciones. Por eso, una vez más recurrirá a la improvisación y a la interacción con los asistentes a la obra, junto a otras claves que, según sus observaciones, se repiten a lo largo de la historia del humor.
"Se trata de meterse con el poder y de defender al humilde, es la base", concluye Borrajo, que además guarda otro as debajo de la manga: "el caca-culo-pedo-pis funciona siempre".