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Antes, durante y después de cada canción se ha levantado el público que ha acompañado a Raphael en la primera de sus dos noches de reencuentro con su compositor y con su teatro "fetiches", Manuel Alejandro y el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Ataviado con su habitual traje en negro, corbata de lunares y brillante sonrisa, el de Linares ha descendido, pasadas las ocho de la tarde, una de las dos escaleras que flanqueaban el escenario mientras los incondicionales que completaban el aforo le vitoreaban.

Los títulos de las dos canciones que han abierto el espectáculo Raphael han sido una declaración de intenciones de lo que iba a ser el espectáculo : "Mi gran noche" y "Yo sigo siendo aquel", un mensaje que ha reforzando declamando "Yo sigo siendo aquel, ¿no lo ven?, el Raphael de siempre".

Tras estos dos éxitos el cantante, más cómodo en mangas de camisa, ha abierto con "Tú, Cupido" un bloque de canciones procedentes de sus orígenes y firmadas por Manuel Alejandro, quien se encontraba en el recinto y a quien ha querido dedicar la actuación.

Las referencias al pasado han continuado recordando que en este teatro realizó su primer concierto, además de ser donde "volvió a nacer" tras sus problemas de salud en el 2000 y el que ha elegido para volver a coincidir con Alejandro.

"Casi, casi" o "Todas las chicas me gustan", originales de su primer disco grabado a principios de los sesenta, han sonado mientras se proyectaban imágenes en blanco y negro de aquella época. Temas con ritmo que Raphael ha aprovechado para realizar los primeros bailes de la noche.

Sin embargo, estos no pertenecen "al camino Raphael", como él mismo lo ha denominado, que no se inició hasta que llegaron otros temas que ha interpretado como "Los hombres lloran también" o "Inmensidad", la primera de las ocasiones en que su voz ha llenado el teatro sin necesidad de micro.

"Enfadados" ha sido la primera de las canciones en sonar desde "El reencuentro", disco que Alejandro le ha compuesto a Raphael tras casi treinta años desde su última colaboración. Un trabajo que, con canciones como el single "Eso que llaman amor", ha sido recibido con igual entusiasmo por su público que sus grandes clásicos.

El cantante ha abierto otro espacio para aquellos temas que ha denominado "históricos", entre los que se ha encontrado "Hablemos del amor", con el que acudió por segunda vez a Eurovisión en 1967; la canción principal de la película en que se estrenó como actor, "Cuando tú no estás"; y una de sus favoritas "Desde aquel día".

Desde este momento se ha sucedido el contraste entre canciones más clásicas con otras más "jóvenes" de letras más directas como "Sexo sentido", pero no más modernas, como ha vuelto a dejar claro durante la dramatización de la ambigua "Qué sabe nadie".

A pesar de que las composiciones de Alejandro han sido las dominantes; Raphael le ha sido "infiel" con otros grandes nombres como Carlos Gardel junto al que ha cantado a medias "Volver", con la voz del maestro del tango procedente de una vieja radio; o Armando Manzanero, autor de "Adoro".

La variedad de rostros conocidos como los jóvenes actores Raúl Arévalo y Rubén Ochandiano, la pareja Alaska y Mario Vaquerizo o las damas de la actuación como Concha Velasco y Lola Herrera, eran ejemplo del variado público que ha acudido al concierto, si bien dominaban las mujeres que le seguían cuando era ídolo de jovencitas. Además, de su familia al completo.

Entre caras extasiadas y gritos espontáneos ha transcurrido la última parte del concierto, con canciones como la versión "a capella" y de nuevo sin micrófono de "Para volver a volver", que ha supuesto la mayor de las ya de por si potentes ovaciones de la noche.

"Escándalo" o "Maravilloso corazón" han dado pie a bailes improvisados de pie junto a los asientos.

Para despedirse ha sonado el único de sus éxitos que todavía no había interpretado, como bien ha indicado alguno de los asistentes: "Yo soy aquel", cuya línea "estoy aquí para quererte" ha atronado el teatro cantada desde las butacas hacia Raphael, que mañana volverá a ser aquel que hoy ha enamorado a su público durante tres horas.