Rosa Montero presenta su última novela: "La Carne". En ella, la protagonista, Soledad Alegría, es un personaje descontrolado, desgarrado y con miedo a la muerte. La autora confiesa que ha sido mala con su personaje, obsesionada por el sentido de la vida y el sinsentido de la muerte.
El paso del tiempo es una constante en la obra literaria de Rosa Montero, una escritora convencida de que los de su oficio, especialmente los novelistas, están más obsesionados que la media de la población sobre la muerte, un tema que retoma en esta su última obra.
"El título tiene que salir de las entrañas del libro y eso pasó con esta novela", asegura Montero, en la que explica cómo habla en ella "de la carne": "de la que nos envejece, nos aprisiona y nos acaba matando", pero al mismo tiempo "de la que es nuestro salvador, la magia y la gloria", el estallido de la sensualidad y el sexo.
En esa dualidad universal se mueve Soledad, la protagonista de esta novela de intriga y suspense emocional publicada por Alfaguara, una exitosa comisaria de exposiciones que acaba de cumplir 60 años y que decide contratar a un gigoló para que le acompañe a la ópera y darle así celos a un examante.
"A lo largo de la novela se va descubriendo qué tipo de complejísimo personaje es Soledad, las carencias, los fantasmas que persiguen" a esta mujer "desgarrada entre dos polos, que tiene tanto miedo de la vida como de la muerte".
Montero habla del sentido de la vida y del "sinsentido" de la muerte. "Y de cómo podemos perdonarnos, estar satisfechos con nuestra vida, perder el miedo al fracaso, saber que el éxito y el fracaso forman parte de la vida, de cómo podemos aspirar a ser queridos sin que eso sea una trampa mortal y nos esclavice".
A través de Soledad, que considera que el amor puede convertir a una persona en un "ser patético" y la exposición que prepara en la Biblioteca Nacional sobre "escritores malditos", Montero acerca al lector ejemplos de autores que se perdieron por amor de una forma "catastrófica" hasta llegar al suicidio, al asesinato o a amputarse partes del cuerpo.
Las historias de estos escritores "malditos" son reales por muy extravagantes que parezca, a excepción de una, explica Montero, que revela cómo se ha divertido jugando con los límites de la realidad.
También ha disfrutado, asegura, incluyéndose por primera vez como personaje en su propia novela: Rosa Montero, periodista, acude a una reunión con la sofisticada protagonista, a la que cae "fatal". Y también, dentro de los personajes sacados de la realidad, aparece la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos.
"Soledad es una misógina enfurecida con Rosa Montero y todas las mujeres del mundo en general y la pone fatal. Aunque es demasiado brusca y agria en sus críticas, tiene su punto de razón en lo que dice sobre mí", dice la autora.
La protagonista, prosigue, una comisaria de arte vestida "súper exquisita" se pregunta sobre Montero: "Adónde va esta tía, con esa pinta, una tía de mi edad vestida de adolescente y con tatuajes. ¿A quién cree que puede engañar?". "Y es verdad -reconoce Rosa Montero- yo a veces me miro y me digo, eres Peter Pan, a ver si maduras".
"Al final -se dice en la novela- todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño". Pero, añade la escritora, "el amor es la base": "Si alguien te ama o si alguien te considera susceptible de ser amado es que existes y ese reconocimiento te permite vivir y ser mejor. Muchos de los grandes malvados de la historia son personas que no se han sentido amadas".
Aunque Montero ya no tiene "ni ganas" de hablar de la situación política, dice que se va a exiliar: "Estoy aniquilada por la ineptitud de los políticos, por la falta de comprensión de lo que es la responsabilidad de Estado y por su falta de interés".