La cantautora canaria Rosana Arbelo ha grabado en el salón de su casa su último trabajo En la memoria de la piel, el que considera, "con diferencia", su mejor disco y el más mágico.
¿Por qué? Porque plasma de forma milimétrica dónde se encuentra ahora y porque para grabarlo decidió desmantelar su casa de Madrid llenándola de cables y amplificadores, convencida de que el sonido que buscaba no estaba en ningún estudio sino en su propio hogar.
UNA PORTADA ESPECIAL
Rosana, capaz de convertir en himnos canciones como Talismán, Si tú no estás aquí o A fuego lento, confiesa en una entrevista a Efe que "hasta la portada del disco es especial". En ella se puede ver a la cantante con su sobrina, ambas adormiladas, sin maquillaje, sin focos y sin posados artificiales.
Esta imagen, sacada de forma improvisada en un chiringuito, refleja con total sinceridad lo que quiere transmitir en su disco: que "la piel es la que guarda la memoria más libre y emotiva". "La piel decide cuándo se emociona de manera libre y cuándo se ponen los pelos de punta, eso no se decide con la cabeza", dice la lanzaroteña, quien señala que todo lo que tiene que ver con este álbum ha salido "súper natural".
Su décimo disco es para ella un día perfecto, "como cuando vas a la playa y hace sol y nada de viento", bromea Rosana, que llevaba cinco años sin sacar un disco con material inédito. Con este trabajo, compuesto por 11 canciones, es la primera vez en su carrera que mezcla a partes iguales el sonido orgánico de la banda con sonidos programados, lo que dice que le da "una inyección muy grande".
Así lo exigían los nuevos temas, con los que ha dado "un paso más allá", explica la artista, quien indica que para quienes la conocen en directo el salto no es tan grande, pues este disco suena como suenan sus conciertos.
No teme que con estos nuevos sonidos, engendrados en el salón de su casa, deje de ser considerada cantautora.
PRESUME DE LIBERTAD
El cantautor es una persona que interpreta aquello que compone y no tiene nada que ver con un concepto sonoro, opina la artista, quien presume, sin prepotencia, de haber sido siempre libre para hacer, desde el respeto, lo que verdaderamente quería. Recuerda cuándo, en su primer álbum, se empeñó en grabar "Si tú no estás aquí" a voz y guitarra, sin arreglos ni batería, en contra de lo que opinaban sus asesores.
Este ejemplo del pasado la empujó a asumir el reto de grabar en su propia casa, donde antes reunió a familiares y amigos de entre 3 y 80 años para que, mediante una votación, la ayudaran a seleccionar las 11 canciones que hoy conforman su nuevo disco. Allí se decidió que su primer sencillo fuese El cielo que me das, una canción que, según cuenta, ha sido especialmente bien acogida por sus seguidores de menor edad.
"No sé qué tiene mi música para que conecte tan bien con los pequeños, pero me encanta", celebra la cantante, para quien los niños son el mejor medidor para saber si una canción es buena.
Tampoco sabe si cosechará el mismo éxito que obtuvo en el pasado, "lo que sí puedo decir es que está llegando mucha gente nueva" y que revoluciona y remueve como Lunas rotas, su primer trabajo publicado en 1996 que incluye temas como El talismán y Sin Miedo.
En la memoria de la piel Rosana habla de emociones comunes a todos, "de esas cosas que a todos nos pasaron, nos pasan o nos pasarán", en definitiva, de emociones que pasan por la piel y no por la cabeza. Destaca que este disco, publicado el pasado 4 de noviembre, "es un puñado de todas esas emociones que son comunes a los seres humanos" y reincide en las cosas que unen a las personas, que son mayores que las que los separan.
"Recoge dónde estoy ahora, qué es lo que siento y lo que me importa", asevera la artista, quien a mitad de febrero comenzará su gira en España y en mayo viajará a América, donde hará un recorrido desde Argentina hasta Estados Unidos.