La "colosal" obra de la fotógrafa Vivian Maier (1926-2009), una mujer "solitaria e introvertida", que fue niñera 40 años y cuya vida está rodeada de misterio, es la protagonista de la exposición "Vivian Maier. Street Photographer", que se inaugura mañana en la Fundación Canal Isabel II.
La muestra, que coincide con la que la Fundación Foto Colectania de Barcelona inauguró el pasado día 6, "Vivian Maier. In her own hands", es un "paseo" por el Nueva York y Chicago de la segunda mitad del siglo XX a través de 120 fotografías y nueve películas Súper8 y es la primera que se presenta en la capital sobre la artista norteamericana.
Con esta exposición, la más extensa hasta el momento de la artista y enmarcada en la sección oficial de PHotoEspaña 2016, la comisaria, Anne Morin, ha querido mostrar su "universo y lenguaje" en el que el retrato y la infancia son temas recurrentes.
El blanco y negro de las fotografías contrasta con los colores pastel de las paredes y va desde el mayor vanguardismo, representado en sus autorretratos, hasta las fotografías más "gráficas y rítmicas", en las casi no hay personas, y que carecen de una narración más allá de la propia imagen.
El legado Maier, que se dedicó a hacer fotografías en sus ratos libres, fue "descubierto" por un joven investigador llamado John Maloof, cuando se hizo con sus pertenencias en una subasta en un guardamuebles.
Así, por 400 dólares, consiguió con un total de 2.000 rollos de película sin revelar, 5.000 fotografías impresas y más de 120.000 negativos que "prácticamente nadie" había visto.
Maier es un personaje "imprescindible", una de las fotógrafas "más importantes" del siglo XX, además de ser "un caso singular" en la historia de la fotografía: "fue una pionera capaz de crear su propio lenguaje y buscó la belleza en lo cotidiano", ha apuntado Morin.
Fue, ha añadido, una mujer "introvertida y con dificultades" a la hora de comunicarse, que encontró en la fotografía su forma de "relacionarse con el mundo".
A pesar de su timidez, sus trabajos demuestran "cierta osadía", ya que buscaba ir "más allá de la zona de cortesía", y fotografiar a personas en la que ella se sintiese reflejada y que "no fueran dignos" de retratar.