Vuelve Balthus,el enigmático pintor, estandarte de la diversidad
EFE
Enigmático, religioso, solitario, perseguidor de la luz y la belleza adolescente, Balthus, el conde polaco Balthasar Klossowski de Rola, será protagonista de una gran exposición en el Museo Thyssen, procedente de la Fundación Beyeler de Basilea (Suiza), que incluye el polémico óleo "Teresa soñando".
Una exposición que se inaugurará en febrero y que viene a luchar contra la intolerancia que amenaza la cultura, y es que a Balthus siempre le ha perseguido la polémica, la última vez en 2017, precisamente por este cuadro, "Teresa soñando"(1938), una obra que se pidió retirar del Museo de Nueva York con el apoyo de 8.700 firmas, algo a lo que la institución se negó.
El cuadro, en el que aparece Thérèse Blanchard, que fue modelo de Balthus, al que se le llamaba "el rey de los gatos", otro de sus elementos fetiche, muestra a la joven sentada plácidamente con las piernas medioabiertas dejando ver sus bragas.
Para el pintor (París, 1908- Rossinière (Suiza), 2001) los retratos de sus jóvenes desnudas en poses sensuales, acompañadas de gatos, leyendo o mirando el horizonte, son un intento por "mostrar la dulzura de alma, la inocencia del espíritu", según escribe el propio autor en sus memorias.
Y en el caso de los cuadros "Teresa" o "La habitación", Balthus precisa que "no hay que verlos como reflejos de la realidad o como actos eróticos "(...), sino más bien como la necesidad de mostrar y captar lo que solo puede hallarse en lo imperceptible de la palabra, en lo indescifrable, algo que sin embargo vibra y resuena, participa de lo que Camus llamaba el corazón palpitante del mundo", subraya.
Argumentos que refrenda la viuda del pintor, la condesa Setsuko, Klossowski de Rola, descendiente de una familia de samurais, y quien ha recibido a un grupo de periodistas españoles en El Gran Chalet de la localidad alpina de Rossnièrre, el chalé de madera más grande de Suiza, sede de la Fundación Balthus, y el hogar y taller donde el pintor pasó sus últimos años.
Un lugar en medio de las montañas (que le recordaban al pintor a la antigua China) sepultado en el silencio y donde a lo largo de la vida de Balthus pasaron Giacometti, Cartier-Bresson, Richard Gere, Fellini o el Dalai Lama, como se ve en las fotos que inundan la casa.
La viuda del pintor, a quien el pintor conoció en 1962 cuando ésta era muy joven en Japón en un viaje oficial, y quien también posó para él, ha explicado que para Balthus "pintar era como rezar", y que el erotismo es un problema para el mundo cristiano. "Yo vengo de una cultura diferente, animista, donde el sexo, si es algo consentido, es algo maravilloso", dice.
"Siempre le quedaba algo por hacer, siempre estaba trabajando delante del lienzo, con la luz natural, escuchaba a Mozart y era religioso en un sentido amplio", explica la viuda que vive también en la casa con su hija, y que precisa que el cuadro español favorito del pintor era "Las Meninas".