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El actor, humorista y guionista Checco Zalone, protagonista de la película "Un italiano en Noruega", admite que "explotar los tópicos es rentable", como demuestra que esta película se haya convertido en la más taquillera del cine italiano, pero advierte que "a veces los tópicos son verdad".

En el filme, presentado en el BCN Film Fest, un personaje que responde al mismo seudónimo que el actor, Checco Zalone, tiene el trabajo de sus sueños, es funcionario en una provincia del sur de Italia, tiene 38 años, una novia, vive cómodamente en casa de sus padres y así es feliz.

Pero su plácida vida se ve amenazada cuando el Estado decide aplicar recortes y se ve forzado a elegir entre el despido indemnizado o un traslado, difícil decisión cuando, para él, un puesto fijo es sagrado y luchará por mantenerlo sin importar a que inhóspito rincón del mundo lo quieran enviar.

En "Un italiano en Noruega", que se estrena el próximo viernes, los italianos aparecen retratados como tramposos, malhablados, machistas, impacientes al volante y vinculados de manera indivisible a la 'mamma' y la pasta.

"A menudo, todos esos tópicos corresponden a la realidad, y si vas a Bari, en el sur de Italia, así es", comenta en una entrevista a Efe el actor, cuyo nombre real es Luca Medici.

La película ha tenido el mismo éxito en el sur que en el norte de Italia, "porque la gente del sur también vive en el norte", proclama, si bien admite entre risas que "la gente del norte no vive en el sur".

Con 10 millones de espectadores, "Un italiano en Noruega" se ha convertido en un fenómeno europeo, como lo fue en su momento la francesa "Bienvenidos al norte" o la española "Ocho apellidos vascos" -casualmente se han cruzado en el festival Zalone y Dani Segura-.

Sin embargo, Zalone cree que hay una pequeña diferencia entre estas dos películas y la suya: "La mía es el resultado de un recorrido que empezó en 2009 con el primero de los cuatro filmes que he rodado a las órdenes del director Gennaro Nunziante, "Cado dalle nubi".

A esta siguieron "Che bella giornata" y "Sole a catinelle", hasta llegar a "Un italiano en Noruega", unas películas que "han ido creciendo en taquilla, aunque no en la crítica".

Piensa que la crítica, al menos en Italia, "siempre ha tenido muchos prejuicios y venimos de una tradición que nos ha hecho vernos grandes en el mundo, con películas que no son comedias, con el cine de Sergio Leone, con Fellini, Pasolini".

Zalone subraya la capacidad del italiano de reirse de sus propias circunstancias: "Reirse de sí mismo es quizá una de las pocas virtudes del italiano".

Si hubieran situado la acción en Alemania, cree el actor y coguionista, habría sido muy obvio y el resultado banal, por eso, situarla en Noruega era una mejor opción, pues "por cultura y características físicas son lo mas extremadamente distantes de nosotros los italianos".

"Nuestra televisión habla de los países del norte como países increíbles, donde todo funciona, nadie roba, no hay deuda pública, pero hay petróleo que causa mucha polución", añade el actor.

Incluso cuando estaban allí había un poco de prejuicio, y les resultaba difícil obtener permisos para rodar en la calle.

No tenían permiso para rodar el momento en el que el protagonista se impacienta ante el coche que le precede y que no se da cuenta de que el semáforo está verde, y sólo les quedaban dos días de rodaje.

"Al final, dijimos 'somos italianos, por tanto, lo hacemos' y se creó una cola de más de 2 kilómetros con los coches parados y nadie sabía por qué, pero nadie durante media hora se bajó del coche para insultarnos ni nadie tocó la bocina, algo impensable en Italia", anota el actor.

La pareja Nunziante-Zalone ha sido hasta ahora sinónimo de éxito, recaudación y millones de espectadores, pero "quién sabe qué pasará en el futuro", añade el intérprete, que piensa continuar con el personaje de Checco.

"He pensado que no hay tantas películas sobre el Camino de Santiago y que sería una buena idea situar a Zalone en una búsqueda de sí mismo, que acarreara con su larga familia de adopción (tres hijastros y una hija natural) o se cruzara en ese peregrinaje con un español, un francés o un inglés.

Podría funcionar", sueña, consciente de que en Italia ya no puede conseguir nada más a nivel de taquilla, y si esta película funciona aquí, "será más fácil poder tratar con productores españoles".

Zalone, que ha tenido su propio espectáculo en el Canal 5 de la televisión italiana, considera que "en Italia, el mundo del cine es un ambiente más cerrado, donde hay mucha jerarquía; por ejemplo, los maquinistas me tratan de usted, y en eso, tal vez, sea mejor el ambiente de la televisión".

Pero en Italia, la televisión significa "Milán, Berlusconi y Mediaset, mientras que el cine es Roma. En el cine hay momentos creativos increíbles en los que crees que puedes hacerlo todo, pero luego llega el productor y te hace aterrizar".