La directora de "Carmen y Lola" desea que cambie mentalidades
El amor entre dos mujeres de etnia gitana compite en ocho categorías de los Goya
EFE
Arantxa Echevarria se confiesa "muy nerviosa" porque su "pequeña" ópera prima, "Carmen y Lola", compita nada menos que en ocho categorías de los Goya, aunque sobre todo su deseo es que, "si ha transformado al elenco de la película, sirva también como herramienta de transformación" de otras mentalidades.
Nominada a mejor película y a mejor dirección novel, no se le ha subido a la cabeza pues no olvida que se la tuvo que autoproducir y cree que no sólo por lo "delicado del tema" -el amor entre dos mujeres gitanas- sino "por ser mujer".
Reconoce que siempre se ha "sentido diferente", por eso su atracción por las personas diferentes para las que tiene un mensaje: "Ser diferente mola, la gente diferente transforma el mundo".
El colectivo gitano le era totalmente desconocido y fue ese desconocimiento, y una noticia en El País sobre la boda entre dos mujeres gitanas retratadas de espaldas y con nombres ficticios a cuyo enlace no había asistido ningún familiar, lo que hizo que en su mente surgiera la idea de rodar una película sobre la homosexualidad en el pueblo gitano.
A este pueblo se acercó de la mano de un amigo de esta etnia y con "mucho respeto", pese a lo cual ha estado en el centro de la polémica por las críticas de asociaciones gitanas.
Al final, relata orgullosa a Efe, "salen 150 gitanos en la película que entraron con una mentalidad y salieron transformados", entre ellos una de las protagonistas, que le confesó que tenía un primo gay al que "no consideraba gitano y no le abría la puerta de su casa".
En ella vio a una de las protagonistas de su historia, Carmen, una mujer gitana tradicional que no concibe sentirse atraída por otra mujer, y se marcó el reto de hacer este "viaje emocional" con ella.
"En la cuarta semana de rodaje me dijo que fuera a su casa a cenar porque iba a invitar a su primo para pedirle perdón y quería que estuviera, porque se había dado cuenta de lo mal que se había portado y el daño que había hecho", rememora.
Esa transformación en los gitanos con los que ha trabajado le da pie a pensar y desear que "Carmen y Lola" sirva como "herramienta de transformación" de mentalidades "ya no sólo ante la homosexualidad sino para que el payo comprenda más al gitano, porque al final es una historia de amor, y también para la gente que se sienta diferente".