La exposición "Murillo y los capuchinos de Sevilla", con la magna serie pintada por Bartolomé Esteban Murillo para el Convento de los Capuchinos de Sevilla, abre el año dedicado al IV centenario del nacimiento del pintor sevillano, uno de los pilares del Barroco español.
En total, veinticuatro piezas, seis de ellas procedentes de museos extranjeros, reúnen en la pinacoteca sevillana las obras que entre 1665 y 1669 Murillo, de cuyo nacimiento se cumplen 400 años, realizó por encargo de los franciscanos para el Convento de los Capuchinos de la ciudad.
Una serie que, en palabras de la comisaria de la muestra y directora del museo, Valme Muñoz, "jamás debió dispersarse", como ocurrió tras el expolio francés en la Guerra de la Independencia, y que, según el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, constituye "una oportunidad histórica para disfrutar de uno de los conjuntos más importantes del Barroco del mundo".
La muestra se divide en dos salas, si bien en la principal, la antigua iglesia del Convento de la Merced convertida en museo tras la Desamortización, se exhiben veintitrés de los veinticuatro cuadros que la componen.
Y se muestra en la segunda, centrada en los bocetos que realizó Murillo para varios de los lienzos expuestos y fotos de las radiografías hechas a éstos, así como proyecciones audiovisuales, el lienzo "Arcángel San Gabriel".
A este cuadro se le perdió la pista hasta que en 1987 un coleccionista privado lo sacó a la venta y lo compró el Museo de Historia del Arte de Viena, que lo ha cedido para la exposición.
EN EL CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS
En el Convento de los Capuchinos, este lienzo formaba pareja con otro del "Ángel de la Guarda", propiedad de la Catedral de Sevilla, primero en el retablo mayor y después sobre las puertas del presbiterio, mientras que el coro estaba presidido por una "Inmaculada Concepción", conocida como la Niña. Además, las capillas laterales del presbiterio de este templo fueron decoradas con la "Anunciación" y la "Piedad".
El centro de la exposición lo forman siete obras que en su día integraron el retablo de la capilla mayor del Convento, dispuestos para la ocasión casi en la misma forma original.
Este retablo lo preside "El jubileo de la Porciúncula", que representa la aparición de Cristo y la Virgen a san Francisco en la Basílica de Santa María de los Ángeles en Asís, tras la cual el santo decidió fundar la orden franciscana.
Esta obra, inicialmente sacada del convento por José Bonaparte para el museo que promovía y con múltiples traslados azarosos, ha sido cedida por el Museo Wallraf-Richartz de Colonia (Alemania) a la pinacoteca sevillana por una década.
OBRAS PROCEDENTES DE MUSEOS EXTRANJEROS
Junto a ella se exhiben "San Antonio de Padua y el niño" y "San Félix Cantalicio con el niño" y las obras de pequeño formato "Santa Faz" y "La Virgen de Belén", conocida como la Virgen de la Servilleta y que en las primeras catalogaciones aparece denominada como la Refitolera, el nombre con el que se conocía a las representaciones de la Virgen que decoraban los refectorios, su primer destino en el Convento.
Dos versiones de "San Francisco abrazado a Cristo" y el "San Félix de Cantilicio con el Niño Jesús en brazos" completan las obras procedentes del extranjeros, a las que se unen un total de dieciséis Murillos del propio Bellas Artes, gran referente del pintor sevillano y del Barroco español en general. La muestra es la primera de las tres grandes exposiciones que conforman el año Murillo, junto a las que se inaugurarán el 5 y el 8 de diciembre en el Espacio Santa Clara y en la Catedral, respectivamente.