Se despide de las tablas "La importancia de llamarse Ernesto". Una obra despiadada y excéntrica en el Teatro Fernando Fernán Gómez.
Se trata de la nueva versión actualizada de la obra de Oscar Wilde. De la mano del director Alfredo Sanzol, una comedia ágil y llena de ritmo con críticas agudas y mordaces que trascienden los tiempos.
La importancia de llamarse Ernesto es una divertida comedia de enredo que ahonda en la necesidad -en la sociedad victoriana de entonces pero también en la sociedad actual- de mantener una doble vida: es necesario llamarnos Jack y ser formales y correctos confome a lo que se espera de nosotros, pero también, en ocasiones, es necesario llamarse Ernesto para sobrevivir. Siendo Ernesto una segunda vida actúa como válvula de escape y en ella surge nuestro lado oscuro, el deseo, la transgresión.
Alfredo Sanzol comenzó como director de teatro con el montaje Como los griegos (1999), que fue nominado a los Max como mejor espectáculo revelación. Ha escrito y dirigido: Risas y destrucción, Si, pero no lo soy (4 nominaciones a los premios Max 2009).
Aunque la obra se base en las convenciones del melodrama victoriano, Wilde añadió aspectos de la farsa, el gusto por los juegos del lenguaje y de la comedia intelectual para crear una sátira del moralismo y de la hipocresía sociales.
La comedia puede leerse o, mejor, contemplarse, como una farsa o una obra del absurdo. En todo caso, es una comedia moderna en la que Wilde incorpora el teatro inglés a la modernidad absoluta. Dosis de enredos y giros inesperados convierten a esta obra en una montaña rusa de apariencias y entretenimiento.