Un premio de cine para un escultor: modelar los Goya
Las 28 estatuillas que servirán como trofeo en los Premios Goya aguardan en el taller del escultor José Luis Fernández, quien desde hace 25 años y gracias a una concesión en exclusiva realiza los bustos de Francisco de Goya que reconocen el trabajo de los profesionales del cine español.
Las esculturas de bronce ya están apiladas en su estudio de Torrejón de Ardoz (Madrid), después de que saliesen del horno de fundición y pasasen por el cincel del escultor para los últimos retoques.
"Lo único que queda ahora es colocar la peana a cada estatuilla, donde va indicada la categoría del premio, y empaquetarlas", explica el escultor a Efe durante una entrevista en su taller.
Las codiciadas estatuillas son el resultado de un laborioso proceso artesanal basado en la técnica de la cera fundida, con la que un molde de cera "madre" -en este caso el autorretrato de Goya- se somete a temperaturas de hasta 700 grados para revestirlo de bronce.
"El trabajo lo empezamos tres meses antes, para que no nos pille el toro, y todo se hace en equipo", asegura Fernández, que tiene como principales colaboradores a su hermano Enrique, fundidor de profesión, y a sus hijos Natalia y Sergio, licenciados en Arqueología y Filosofía, respectivamente.
Esparcidos por el suelo junto otros materiales, hay aún varios lingotes de bronce que han sobrado de la última hornada de los Goya.
"El bronce -que se paga ahora a seis euros el kilo- es lo que menos vale si se compara con el coste que tiene la energía consumida en el proceso", relata.
No obstante, para el escultor, el encargo de la Academia del Cine Español cuenta con suficiente margen de presupuesto como para que, 25 años después, siga sintiéndose afortunado por haber sido elegido.
"Aunque han intentado que bajemos los precios, igual que muchas empresas hacen ahora, se trata de un trabajo rentable", admite sin ofrecer muchos detalles.
Cuenta que lo que le valió la confianza de los académicos para relevar a su predecesor -el escultor Miguel Berrocal- fue que consiguió reducir el peso de la estatuilla de 14 kilos a los tres que pesa ahora, gracias al empleo de diferentes técnicas.
Desde entonces el ritual que envuelve a los premios se instala en su taller cuando se acerca la fecha de la entrega.
"Varios días antes de la ceremonia los periodistas se interesan por nuestro trabajo -lo que es inusual para un artista en estos tiempos-, y después de la entrega de premios, recibimos muchas llamadas de gente que quiere, a cualquier precio, que le vendamos un Goya", asegura.
Por lo que a él respecta, habrá cumplido con la parte que le corresponde cuando entregue las estatuillas sanas y salvas el próximo 9 de febrero, solo unas horas antes de la ceremonia.
Entonces, un camión blindado enviado por la Academia de Cine aparcará en el taller de Fernández y cargará los trofeos para poner rumbo al Centro de Congresos Príncipe Felipe, donde tendrá lugar este año la gala de los premios.
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