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La multa "histórica" a Bank of America por sus negocios con hipotecas basura antes de la crisis supera a las impuestas a Citigroup o JP Morgan, pero no parece haber impresionado a Wall Street, donde sus acciones subieron, ni a los grupos defensores de los consumidores, que expresaron escepticismo.

El segundo banco por activos de Estados Unidos pactó este jueves, tras meses de negociaciones, con el Departamento de Justicia una sanción de 16.500 millones de dólares por su rol en la comercialización de activos financieros respaldados con hipotecas basuras en los meses previos al estallido de la crisis de 2008.

Tras el anuncio, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, salió rápidamente a anunciar el "histórico" acuerdo, el más alto del que se tienen registro, como un hito en la lucha del gobierno contra las entidades financieras cuyo arriesgado comportamiento desembocó en la mayor recesión del país en ocho décadas.

Al cierre de la jornada, las acciones de Bank of America subían más de un 4 %, dejando claro que los inversores celebraban el final del quebradero de cabeza de la negociación.

El acuerdo contempla que Bank of America divida la sanción en 9.650 millones de dólares en efectivo para las agencias federales, y 7.000 millones de dólares en asistencia a consumidores que se encuentran en una difícil situación financiera, a través de la modificación de sus condiciones hipotecarias.

Sin embargo, la cifra real que el banco deberá pagar es significativamente menor.

"Para entender el peso verdadero del acuerdo, la gente tiene que preguntar cuántos miles de millones podrá descontar con deducciones fiscales, y cuánto de lo anunciado incluye costes pantalla (costes en los que el banco incurriría igualmente)", señaló Phineas Baxandall, investigador del grupo de protección de los consumidores U.S. Public Interest Research Group.

Según sus cálculos, de los 16.500 millones, solo tendrá que desembolsar 5.600 millones de dólares, precisamente la cifra que el Bank of America ha adelantado ya que será la que deba descontar de los ingresos previstos antes de impuestos en el tercer trimestre del año.

Algo en lo que coinciden los expertos es que se trata de una decisión salomónica que busca contentar a todas las partes.

"Los 7.000 millones de asistencia hipotecaria para los propietarios cuyas casas valen menos de lo pagado es real y probablemente ayude a un buen número de personas", afirmó a Efe Jacob Kierkegaard, del Peterson Institute for Internacional Economics.

Sin embargo, precisó, es también un buen negocio para el Bank of America, ya que estas ayudas son "deducibles y el banco probablemente habría perdido el dinero en esas hipotecas sin la aprobación de este alivio financiero, que facilita una renegociación de las condiciones hipotecarias".

En resumen, apuntó Kierkegaard, "el banco gana, los hipotecados consiguen algo y la Administración Obama obtiene una gran cifra para mostrar lo duros que son contra Wall Street".

"Otra cosa", matizó, "es si esto cambiará el comportamiento de los bancos en el futuro, ya que nadie ha admitido un delito en todo el asunto".

Curiosamente, el negocio de las hipotecas basura no fue desarrollado propiamente por Bank of America, sino que viene dado tras su compra en 2008 del gigante hipotecario Countrywide Financial, que sí había invertido masivamente en estos sofisticados y peligrosos productos financieros.

"La inapropiada comercialización financiera por Countrywide de activos hipotecarios provocó miles de millones de dólares en pérdidas para las instituciones financieras aseguradas a nivel federal", indicó Stephanie Yonekura, fiscal adjunto de Los Ángeles, en un comunicado sobre el acuerdo.

De hecho, las autoridades de Estados Unidos, a diferencia de otros acuerdos similares, analizan la posibilidad de presentar demandas contra el director ejecutivo de Countrywide, Angelo Mozilo, por su labor central en la difusión de este tipo de activos.

Mozilo ya ha pagado una multa de 67,5 millones de dólares a la Comisión del Mercado de Valores.

Por si acaso, sus abogados ya han adelantado que su cliente, de 75 años, sufre problemas de salud que dificultarían una nueva investigación.