El "banco malo", que empezará a operar en diciembre, se da hasta febrero del próximo año para sumar a su accionariado a inversores extranjeros y aspira a lograr el objetivo de que aporten unos 500 millones de euros. En un encuentro organizado por la asociación hispano-francesa Diálogo, el director general del FROB, Antonio Carrascosa, ha explicado que en un primer momento el "banco malo" necesitará unos 5.000 millones y sería una "magnífica noticia" que los inversores extranjeros aporten el 10 % de esa cantidad.
Los 5.000 millones serán suficientes porque el FROB prevé que el tamaño del "banco malo" no superará los 65.000 millones, incluyendo los activos que las nacionalizadas transferirán en diciembre y los de los bancos con ayudas, que se traspasarán en febrero.
Por eso, Carrascosa considera que hasta entonces hay plazo para "convencer" a los inversores extranjeros y si ese objetivo no se consigue, aboga porque aumente la participación de los inversores españoles en la sociedad, para evitar que el Estado tenga una participación de control.
A escasos días de que el Gobierno apruebe la creación del "banco malo", el plan de negocio de la sociedad, denominada Sareb, se ha presentado ya a potenciales inversores y Carrascosa asegura que existe "mucho interés" por parte de los extranjeros por sus activos.
Es decir, a estos inversores les interesaría más participar en el futuro, en la fase en la que los activos inmobiliarios tóxicos empiecen a salir a la venta, y no tanto en la creación inicial de la sociedad.
Además, para justificar el interés de los inversores extranjeros por comprar activos inmobiliarios tóxicos de la banca española, Carrascosa ha dicho que ya están pidiendo algunas "ventajas", que se podrían considerar.
Entre ellas podría estar la posibilidad de obtener condiciones ventajosas de financiación por parte de las entidades accionistas de la sociedad, según explican fuentes financieras. Por otro lado, el máximo responsable del FROB ha insistido en que el precio de transferencia de los activos fijado es lo "suficiente agresivo (bajo)" para buscar el objetivo de obtener una rentabilidad acumulada próxima al 15 % en 15 años.
No obstante, Carrascosa admite que la gestión de un "banco malo" en momentos de recesión es difícil, aunque hace hincapié en que las previsiones de evolución de los precios son "conservadoras", pues no se prevé que se recuperen los niveles de la burbuja inmobiliaria ni siquiera en 15 años.
También descarta que las pérdidas del "banco malo" en los primeros años acaben siendo tan abultadas que consuman el capital de la sociedad y el Estado se vea obligado a anotarse un déficit próximo a 1.250 millones. Una hipótesis que, en palabras de Carrascosa, "no es realista".