La trama de la SGAE podría haber defraudado hasta 400 millones de euros. Presuntamente la Sociedad desviaba parte de su recaudación a un entramado de empresas creado ad hoc y dirigido por amigos y familiares de la cúpula de la SGAE.
Las alarmas se disparan cuando la propia SGAE publica sus balances en 2007. Varias asociaciones ven en ellos un reguero de incongruencias que evidencian que todo el dinero no llega a los autores. Las investigaciónes de la acusación desvelan, según dicen, el siguiente rastro del dinero.
Todo comienza con los fondos que la Sgae recibe por los derechos de autor y el Canon Digital. Parte de esa recaudación se traspasa a la filial digital, SDAE, dirigida por José Neri presunto cabecilla de la trama.
Neri previamente había dirigido Microgénesis, una empresa consultora en nuevas teconologías cuyos ingresos provienen casi en su totalidad de lo que recibe de la SDAE.
Cuando Neri es nombrado director general de la SDAE, Microgénesis pasa a manos de su socio Rafael Ramos. Él junto con otros amigos y familiares, 4 de ellos declaran hoy ante el juez Ruz, controlan esta empresa y las otras dos a las que presuntamnete se han desviado los fondos.
Según la acusación, la SDAE encargaba a estas tres empresas proyectos de formación y asesoramiento por los que pagaba cantidades desorbitadas. De hecho en 2007 Microgénesis llegó a recibir casi un millón de euros.