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La reforma laboral recién aprobada resta poder a los grandes sindicatos. A partir de ahora las cuestiones empresariales se dirimirán dentro de la propia empresa y no en las sedes de las grandes organizaciones de trabajadores.

La reforma aumenta la flexibilidad en la empresa. El empresario puede modificar sueldos, horarios o condiciones pactadas si la organización lo necesita. Puede iniciar un ERE sin autorización administrativa, lo que agiliza el proceso y suspende la prórroga indefinida de los convenios, algo que era utilizado por los sindicatos para no negociar en tiempos de crisis.

También recorta el poder del sindicato como organización supraempresarial que impone condiciones que muchas PYMES no pueden cumplir, se permite que una empresa se descuelgue de los convenios de sector o territoriales y prioriza lo decidido dentro de la propia empresa.