Los europeos recurrieron a la amenaza escrita de una salida de Grecia del euro, el temido "Grexit", durante las negociaciones de Bruselas que concluyeron con un acuerdo que permitirá a este país, por el contrario, seguir dentro de la unión monetaria, si cumple lo prometido.
Por primera vez, un borrador debatido por los líderes de la zona euro contenía, negro sobre blanco, una referencia a la reversibilidad del euro. "En el caso de que no se llegue a un acuerdo, se le ofrecerán a Grecia negociaciones rápidas para una salida de la zona del euro, con una posible reestructuración de la deuda", decía el párrafo, incluido por los ministros pero que finalmente no fue aceptado por los líderes.
El resultado negativo del referéndum del 5 de julio había vuelto plausible un escenario de ruptura de la Eurozona que nunca fue contemplado por los fundadores de este proyecto político y económico capital para Europa.El euro, la moneda oficial para 19 de los veintiocho Estados miembros de la Unión Europea (UE), se planteó como algo irreversible, y como tal quedó plasmado en el Tratado de la Unión Europea (TUE) y en el de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).
En el caso de que el divorcio entre Atenas y los otros dieciocho socios del euro se hubiese producido por fuerza, se habría abierto en toda la Unión una crisis de dimensiones e impacto desconocidos. Desde un punto de vista legal, fuentes comunitarias han dicho a Efe que "hay argumentos a favor y en contra sobre si el Grexit es posible", y han explicado que "no hay disposiciones específicas en los tratados que digan que el acceso a la zona euro es reversible".
En la práctica, si un miembro insolvente de la Eurozona se queda sin la cobertura del BCE, como le está pasando a Grecia, se puede ver obligado, para salvar su sistema financiero, a introducir la moneda nacional, ya sea de forma temporal o definitiva. Algunos expertos han señalado que en el caso de que el sistema bancario griego (en su segunda semana de corralito) se deteriorase aún más, Tsipras podría verse obligado a imprimir pagarés, los llamados IOU ("I Owe You", en inglés), que se convertirían temporalmente en la nueva moneda griega.
Desde que se decretó el corralito financiero ha habido rumores persistentes de que Atenas se planteaba la posibilidad de recurrir a los IOU para pagar pensiones y salarios públicos, pero las autoridades del país lo han negado.
El Gobierno griego siempre ha rechazado su salida del euro y ha subrayado su disposición a hacer uso "de todos los recursos legales" para evitarlo, incluyendo el denunciar a los socios ante el Tribunal de Justicia de la UE.
Una de las voces más autorizadas de la UE en materia monetaria y fiscal, el exeurodiputado inglés Andrew Duff, subrayó recientemente en un artículo publicado por la web especializada EurActiv.com la extrema dificultad del proceso, pero no su imposibilidad. A su juicio, la separación de Grecia del euro podría articularse con ingeniería legal a través del artículo 352 del TFUE, que contiene una cláusula de flexibilidad "que permite tomar las medidas apropiadas para lograr los objetivos de la UE en los casos en los que los Tratados no otorguen los poderes necesarios".
"El objetivo frustrado sería la consolidación de una unión económica y monetaria cuya divisa es el euro (artículos 3 del TUE), bajo la asunción de que el Grexit ayudaría" a resolver el caso, indica Duff en su artículo. Agrega, no obstante, que servirse de ese artículo conllevaría problemas, el primero porque exige unanimidad y Grecia o cualquier otro país podría vetarlo, y también porque hay parlamentos nacionales que podrían exigir una votación al respecto.
Llegado el caso, el exeurodiputado liberal demócrata propone evitar el arriesgado requisito de la unanimidad y optar por un procedimiento de mayoría cualificada, para lo que argumenta que, si cuando un país se suma al euro la decisión se toma en el consejo de ministros por mayoría cualificada bajo el artículo 140 del TFUE, la salida podría hacerse por la misma vía.