La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advirtió hoy que cualquier repatriación de refugiados rohinyás hacia Birmania debe ser consentida y subrayó que no se dan las condiciones adecuadas para que esos retornos se puedan hacer de forma segura.
"Actualmente, las condiciones en el estado de Rakáin en Birmania (Myanmar) no permiten ningún retorno en condiciones de seguridad. Los refugiados aún están huyendo, y muchos han sufrido violencia, violación, y profundo trauma psicológico", advirtió en una rueda de prensa el portavoz del ACNUR Adrien Edwards.
"Lo que no puede ser es que vuelvan a las mismas circunstancias de antes de huir, de subdesarrollo y represión", agregó.
Los Gobiernos de Birmania (Myanmar) y Bangladesh firmaron ayer un memorando de intenciones que abre el camino para la repatriación de los 622.000 refugiados de la minoría musulmana rohinyá que han escapado de la violencia en el territorio birmano.
Ni las autoridades birmanas ni las bangladeshíes han revelado los pormenores del pacto, como cuándo comenzará la repatriación de los 622.000 refugiados.
Edwards dijo que ACNUR no había visto el acuerdo y que no había tenido ningún papel en su elaboración, por lo que no podía ahondar en los detalles del mismo, pero advirtió de las reservas que tiene, dadas las circunstancias.
Específicamente, se refirió al hecho de que aquellos que lo hagan deben poder retornar a sus hogares, y no ser confinados en un lugar específico.
Aunque recordó que la mayoría de los pueblos como los medios de vida están completamente destruidos.
Asimismo, dijo que debe resolverse el tema de la nacionalidad y el acceso a la documentación de los refugiados, dado que aquellos que tenían documentos los perdieron al tener que huir de la represión del Ejército birmano.
Además, la mayoría de los rohinyás son apátridas porque Birmania considera que son emigrantes bengalíes y no birmanos pertenecientes a una minoría musulmana.
El actual éxodo de rohinyás comenzó con las operaciones de represalia de las fuerzas de seguridad birmanas lanzadas tras los ataques, el 25 de agosto, del rebelde Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) a una treintena de puestos militares y policiales en Rakáin.
La represión del Ejército fue definida por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos como "una limpieza étnica de libro".