Arabia Saudí permitirá a las mujeres conducir a partir del año que viene. ES una pequeña conquista en un país en el que las mujeres no pueden trabajar sin permiso de su marido o no pueden salir a la calle solas. Las ONG alertan, no obstante, de que queda mucho trabajo por delante.
Podrán conducir y desde hace sólo 2 años, tambíen votar. Las sauditas celebran este anuncio que en la monarquía más conservadora del mundo es un paso de gigante. Porque en Arabia Saudí la igualdad de sexos es aún una utopía.
Ser mujer es este país supone vivir supeditada a la tutela de un hombre. No pueden viajar, ni trabajar ni ser intervenidas quirúrgicamente sin el permiso de su "guardián". Tampoco abrir una cuenta bancaria, ni salir a la calle sin ir totalmente cubiertas.
Son tratadas como ciudadanos de segunda. Y es lo que ocurre en mayor o menor medida en la veintena de países cuya ley se basa en la sharía: la jurisprudencia islámica.
En Irán, las mujeres no pueden entrar en estadios de fútbol. En Yemen el testimonio de ellas vale la mitad. Y así, hasta en 30 países, desde Somalia hasta Afganistán.