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Alberto II se despidió hoy de los belgas y de sus veinte años de reinado con un emotivo discurso político en el que instó a sus conciudadanos a reforzar la cohesión del Estado federal y a apoyar a su sucesor, el príncipe Felipe.

En un discurso televisado al país, el rey Alberto, de 79 años, deseó para el futuro que "Bélgica guarde su cohesión. El país se ha transformado en más de 40 años de forma pacífica y democrática de un estado unitario a un estado federal, con instituciones con mucha autonomía".

Alberto II de Bélgica anunció por sorpresa el pasado 3 de julio su abdicación el 21 de julio, día de la fiesta nacional del país, en favor de su hijo primogénito, el príncipe Felipe, y lo hizo alegando motivos de edad y de salud.

El rey de los belgas aseguró que con la nueva reforma del Estado que realiza el Gobierno esa autonomía se reforzará, al tiempo que señaló que "el mantenimiento de la cohesión del Estado federal es vital, no solo para la calidad de vida, que necesita el diálogo, sino también para preservar el bienestar de todos".

Alberto, que conservará el título de rey de forma honorífica a partir de su abdicación mañana, pronunció un discurso -grabado hace unos días en el despacho de su residencia oficial del palacio de Laeken- lleno de agradecimientos y homenajes, y en el que guardó para el final la mención para su sucesor.

"Tengo también un deseo que me es muy querido, como rey y como padre: Rodead al futuro rey Felipe y a la reina Matilde de vuestra colaboración activa y apoyo. Son una pareja excelente al servicio de Bélgica y tienen toda mi confianza", afirmó en su discurso, calificado por algunos comentaristas televisivos como de "políticamente extremada corrección".

Un experto en comunicación no verbal consideró, en declaraciones a la televisión RTL-TVI, que a Alberto II "se le ha visto triste aunque aliviado por dejar el puesto por razones de salud".

En la gira de despedida por el país que esta semana han hecho los reyes belgas, se vio a un Alberto II con aires de cansancio al subir la treintena de escaleras del Ayuntamiento de Lieja, hasta el punto de verse ayudado por la reina Paola en los últimos peldaños.

El monarca, en primer lugar, quiso "honrar la memoria" de su hermano mayor, el rey Balduino, tras cuyo fallecimiento en 1993 él le sucedió en el trono, y de quien destacó especialmente su "gran sentido del Estado" y su "preocupación por los más débiles de nuestra sociedad".

Elogió también a la clase política belga y los agentes sociales, y valoró los difíciles acuerdos logrados en materia presupuestaria y de reforma del Estado así como sus esfuerzos por "preservar la dimensión social de nuestro desarrollo económico" en un mundo globalizado y en un periodo de crisis económica.

"Si nuestro país no ha sido siempre fácil de gobernar, su pluralismo constituye una riqueza democrática preciosa", señaló.

Bélgica, un país con once millones de habitantes, es una monarquía parlamentaria y un Estado federal, formado por las provincias de Flandes, al norte y de habla neerlandesa, y Valonia, al sur y francófona, más la región de Bruselas-capital.

La monarquía belga desempeña un papel de estabilidad política para el país, fuertemente dividido y que en una de sus últimas crisis, que duró 541 días, estuvo más de 400 sin gobierno, y en la que el rey Alberto, en un discurso televisado, expresó su descontento por la situación, instó a los políticos a asumir sus responsabilidades y a formar con urgencia un gobierno.

De cara al futuro, que el monarca dijo vislumbrar "con confianza", instó a los belgas a "seguir creyendo firmemente en Europa", y señaló: "En nuestro mundo esta construcción europea es, más que nunca, necesaria".

"En muchos ámbitos los desafíos no pueden afrontarse nada más que a nivel europeo, y es a ese nivel que ciertos valores pueden defenderse mejor", dijo en referencia especialmente a la riqueza de la diversidad, el pluralismo democrático, la tolerancia, la solidaridad y la protección de los más débiles.

Consideró "esencial" que el proyecto europeo sea "más que un proyecto presupuestario" y que ponga el acento igualmente en el crecimiento duradero, el empleo, las perspectivas de futuro para los jóvenes, la justicia social y la cultura.

Alberto II recordó a sus conciudadanos que tengan también en sus prioridades la necesidad de mirar a los países en desarrollo y, en particular, a África, en referencia al pasado belga del Congo.

Poco antes del mensaje televisado de Alberto II, muchos belgas vieron con sorpresa a los cuatro hijos de los príncipes Felipe y Matilde asomarse al balcón del Palacio Real, en el centro de Bruselas, y saludar a los muchos belgas allí congregados.

Bruselas se ha engalanado con flores y banderas tricolores (negro, rojo y amarillo) para la jornada histórica que vivirán mañana con ese relevo generacional del rey Alberto a su hijo mayor.

La familia real completará este sábado asistiendo a un concierto de música clásica en el Palacio de Bellas Artes y después al llamado "Baile Nacional", en la céntrica plaza del Jeu de Pomme, donde actuarán grupos musicales como los colombianos Monsieur Periné, así como Plastic Bertrand, Lio y Sandra Kim, entre otros.

INCÓGNITAS DEL NUEVO REY

El futuro rey Felipe todavía genera dudas entre los belgas sobre su preparación. Destaca por su carácter tímido, que contrasta con la jovialidad de Alberto II, y sus dificultades para desenvolverse ante los medios de comunicación, aunque en los últimos años se ha esforzado por suavizar su imagen.

Cursó sus estudios universitarios en la Universidad de Oxford, en Reino Unido, y en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, donde en 1985 obtuvo un título de postgrado en ciencias políticas. Previamente se había graduado en la Escuela Real Militar belga, obteniendo los títulos de piloto de caza y paracaidista. Y ha acumulado una gran experiencia como presidente de honor de la Agencia de Comercio Exterior, lo que le ha permitido encabezar 85 misiones económicas al exterior.

Su principal activo es su esposa Matilde, de 40 años, que se convertirá en la primera reina de origen belga de la historia del país, y sí goza de gran popularidad por su carácter cercano y alegre y su elegancia. De familia aristocrática, la futura reina llegó a abrir en 1995 en Bruselas su propio gabinete de logopedia para corregir los defectos de pronunciación de los niños. Los futuros monarcas tienen cuatro hijos.

El Gobierno belga acaba de aprobar una reforma que rebaja el sueldo a la familia real y le obliga a pagar impuestos y su intención es seguir avanzando en la línea de más transparencia y menos poderes para el rey.