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Canadá ha convertido la pequeña localidad turística de La Malbaie en una fortaleza impenetrable para acoger a partir de hoy la 44 Cumbre del G7, con miles de agentes de Policía, soldados y vallas de seguridad de varios metros de alto. El Gobierno canadiense ha destinado algo más de 600 millones de dólares canadienses (unos 462 millones de dólares estadounidenses) para organizar la cumbre de líderes del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), casi la mitad destinados a las medidas de seguridad de la reunión.

Como ya es tradicional en las cumbres que se celebran en Canadá, las autoridades han aprovechado la vasta extensión del país norteamericano, el segundo más grande del mundo, para aislar a los lideres de los países más industrializados del mundo en una localidad alejada de los grandes núcleos urbanos.

Ya ocurrió en la cumbre de 2002, que se desarrolló en la localidad de Kananaskis, en las idílicas Montañas Rocosas del país, y en la del 2010, que se celebró en la región de Muskoka, una zona de centenares de lagos al norte de Toronto.

En esta ocasión, los anfitriones canadienses han seleccionado el hotel de lujo Le Manoir Richelieu de La Malbaie, en la región de Charlevoix, una zona que desde hace más de un siglo es uno de los destinos turísticos de las elites económicas y políticas de Estados Unidos. De hecho, el campo de golf del hotel, que está situado en la orilla del río San Lorenzo y ofrece unas impresionantes vistas de esta vía fluvial, fue inaugurado en 1925 por el expresidente estadounidense William H. Taft (1909-1913).

Es previsible que ese mismo campo de golf atraiga al actual presidente estadounidense, Donald Trump, quien tiene previsto llegar hoy a La Malbaie para participar en la cumbre.

Desde hace semanas, y hasta que acabe la cumbre el sábado, los únicos que están autorizados a entrar en la zona de Le Manoir Richelieu son sus habitantes, trabajadores y unas pocas decenas de afortunados periodistas que han conseguido un pase especial.

El resto de los centenares de periodistas acreditados para cubrir la cumbre y, sobre todo, las miles de personas que ayer y hoy han decidido manifestarse para protestar contra las políticas del G7 tienen que contentarse con quedarse en la ciudad de Quebec.

Para mantener a las personas no autorizadas lejos de Angela Merkel, Justin Trudeau, Donald Trump, Emmanuel Macron, Giuseppe Conte, Shinzo Abe y Elizabeth May, las autoridades canadienses han erigido una valla de tres metros de alto en un perímetro de 1,5 kilómetros en torno a Le Manoir Richelieu.

Los habitantes y trabajadores que viven en el perímetro, algo más de 1.000 personas en total, tienen que sortear a diario puntos de control establecidos por el Ejército canadiense y la Policía Montada de Canadá para acceder a su interior.

En el resto de La Malbaie, situada a unos 140 kilómetros al noreste de Quebec y con una población de apenas 6.000 personas, la presencia policial, tanto de agentes uniformados como de coches de Policía camuflados, es constante.

También como ya es habitual en las últimas cumbres celebradas en el país, las autoridades canadienses han establecido lo que denominan una "zona para la libertad de expresión" en La Malbaie, un área vallada en la que se tienen que concentrar aquellas personas que se manifiesten contra el G7.

Ayer, el Consejo de Canadienses (CC), una de las principales organizaciones civiles del país, criticó la práctica de las autoridades de encerrar a los manifestantes en zonas designadas por ser "una violación de los derechos democráticos de los que se quieren manifestar en temas clave".

El Consejo de Canadienses denunció que la "zona para la libre expresión" de La Malbaie está situada a casi dos kilómetros de Le Manoir Richelieu, lo que mantiene a los manifestantes "lejos de la vista y el oído de líderes que toman decisiones sobre sus vidas". "Este debería ser la última Cumbre del G7", afirmó la directora ejecutiva del Consejo de Canadienses, Andrea Furlong. "La Cumbre del G7 sólo incluye a los países más ricos del mundo y no, por ejemplo, a los 54 países en África o a los 12 países en Suramérica. Estas cumbres G deberían ser más incluyentes, deberían ser cumbres G195, todos los países de la Asamblea General de la ONU", añadió Furlong.