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No ha jurado aun su cargo, y su primer movimiento en el tablero de ajedrez internacional ya ha provocado un serio problema diplomático. Donald Trump ha mantenido una conversación telefónica con la presidenta de Taiwan Sai-in-weng, la primera conocida entre un presidente de EE.UU y su homólogo taiwanés desde la ruptura de relaciones diplomáticas en 1979.

China no ha tardado un segundo en reaccionar: "Solo hay una China, y Taiwan es una parte inalienable de China, algo reconocido por la comunidad internacional", ha asegurado el ministro de Exteriores, Wang Yi. Wang ha querido rebajar la tensión asegurando que la conversación ha sido un truco de Taiwan, y espera que las relaciones con EE.UU no se vean dañadas.

El equipo de Trump no ha querido confirmar si el presidente electo era consciente de las consecuencias de la conversación en las relaciones Washingthon-Pekín. Posteriormente han asegurado que fue la presidenta taiwanesa quien le llamó a él. Se ignora si la charla ha sido producto de la improvisación o pretende marcar una nueva politica respecto a Taiwán y China. Desde 1978, EE.UU reconoce a Pekín como el único gobierno soberano de China.

No ha sido la única llamada rara del aprendiz de brujo norteamericano. Horas antes habló con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, al que felicitó por su sangrienta campaña contra la drogadicción, campaña condenada por la comunidad internacional incluido Barack Obama, al que Dutarte calificó por ello de "hijo de puta".