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Colombia ha vivido una agridulce jornada con la celebración del regreso a la libertad del superviviente de la matanza de las FARC, que ejecutó el sábado a sus cuatro compañeros de cautiverio, cuyos restos llegaron a Bogotá entre honores militares y en medio de la conmoción.

El camino del sargento Erazo hacia la libertad y el reencuentro con su familia, que en su ausencia ha crecido hasta la tercera generación, culminó el lunes después de casi doce años de secuestro cuando su avión llegó al aeropuerto militarde Catam.

En medio de la lluvia y entre los aplausos de los periodistas congregados, Erazo bajó de la aeronave vestido de policía y con una venda que cubría las heridas causadas en su mejilla izquierda durante la persecución de los guerrilleros en su huida.

El júbilo de los familiares de Erazo contrastó con la impaciencia de los parientes de los policías Edgar Yesid Duarte Valero, Elkin Hernández Rivas y Álvaro Moreno, así como del sargento mayor del Ejército José Libio Martínez, al ver como el traslado de los cuerpos, que iba a haber sido simultáneo con la llegada del superviviente, se demoró por los trámites legales y el mal tiempo, que dificultó la salida de la zona selvática donde fueron hallados.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, confesó que tenía sentimientos encontrados después de visitar en el Hospital General de la Policía al superviviente, el sargento de la Policía Luis Alberto Erazo, quien huyó de sus captores cuando éstos asesinaban a los otros secuestrados en medio de un operativo del Ejército.

Santos celebró que este "héroe de la patria" lograra huir de los ataques y exaltó "el heroísmo de quienes fueron asesinados", en alusión a los tres policías y el militar muertos con un tiro de gracia en el marco de un operativo de la fuerza pública.

EL presidente que pasó al menos una hora en compañía de Erazo y su familia, destacó el buen estado de ánimo del superviviente, así como sus ganas de volver a formar parte de la Policía, "luchando por el país", diciendo como acabar con "esta maldita guerra".

La muerte de estos cuatro rehenes ha suscitado el rechazo en todo el país y fuera de él, pues tanto las Naciones Unidas como el papa Benedicto XVI han expresado sus condolencias y su "dolor".