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Un maratoniano asedio a un enclave diplomático de Kabul terminó el martes con la muerte de los dos últimos combatientes que se resistían a las fuerzas de seguridad occidentales y afganas durante casi 20 horas, lanzando cohetes contra embajadas diplomáticas en una sorprendente muestra de fortaleza insurgente.

Este fue el más largo y más audaz ataque extremista contra la capital afgana en esta década desde que los talibanes fueron derrocados del poder y un recuerdo intenso de los recursos y el alcance de los insurgentes en momentos en que las fuerzas occidentales empiezan a volver a casa.

Al menos 11 civiles murieron, tres de ellos niños, según las fuerzas lideradas por la OTAN. El Ministerio del Interior dijo que cuatro policías murieron, y que la cifra probablemente aumente.

El embajador estadounidense Ryan Crocker informó de que unos seis o siete cohetes habían impactado en el perímetro de la embajada durante las primeras horas del ataque, que se inició el martes por la tarde, pero dijo que el alcance no había supuesto una amenaza seria.

"Estaban lanzando desde al menos 800 metros y con un lanzagranadas eso es acoso, eso no es un ataque", dijo en una transcripción de una entrevista entregada a periodistas en Kabul.

Los insurgentes se habían atrincherado en un edificio de varios pisos todavía en construcción y lanzado su ataque el martes por la tarde, disparando cohetes contra las embajadas de EEUU y de otros países y la sede de las fuerzas lideradas por la OTAN.

LUCHA PLANTA POR PLANTA

Las fuerzas de seguridad afganas respaldadas por helicópteros afganos y de la OTAN lucharon planta por planta en el edificio de 13 pisos, y los seis insurgentes aparentemente habían puesto una bomba trampa.

Llegaron vestidos con burkas, la indumentaria tradicional que llevan las mujeres afganas, en un coche repleto de explosivos, y entraron tras disparar a un guardia de seguridad.

"Como nuestro país es tradicional y es islámico, hay un respeto especial por las mujeres y los enemigos explotaron esto para acceder al edificio", dijo el jefe de la policía de Kabul, Ayoub Salangi.

El grupo estaba armado con lanzagranadas, rifles de asalto AK-47 y chalecos bomba, según un portavoz talibán, pero por el tiempo que resistieron surgieron especulaciones de que habían escondido armas en el edificio.

Las embajadas y restaurantes frecuentados por extranjeros estuvieron cerrados toda la noche. Las embajadas británica, de EEUU y de la OTAN dijeron que todos sus empleados estaban a salvo.

El embajador Crocker sostuvo que creían que la red Haqani estaba tras el ataque, y también les culpó de un camión bomba que hirió a 77 soldados estadounidenses el 10 de septiembre.

Nombrada así por su líder, Jalaludin Haqani, se trata de una de las tres, y quizás la más temida de las facciones insurgentes aliadas de los talibanes que combaten a las tropas de la OTAN en Afganistán.