Londres se despertó hoy en medio de la conmoción y una calma tensa tras el atentado cometido ayer frente del Parlamento de Westminster, en que un terrorista atropelló a dos viandantes y apuñaló a un policía antes de ser abatido a tiros. Los alrededores de las Casas del Parlamento, donde se encuentra el Big Ben, continúan acordonados y sigue cerrada la estación de metro de Westminster, que da acceso a la sede del legislativo y a la calle ministerial de Whitehall, el "corazón del poder" en el Reino Unido.
En un ambiente lóbrego y entre una gran presencia policial, los diputados reanudaron la actividad parlamentaria en la Cámara de los Comunes, fieles al típico lema británico de que hay que permanecer "abiertos a los negocios", y lo hicieron guardando un minuto de silencio en memoria de las víctimas. Las banderas ondean a media asta en la residencia y despacho oficial de la primera ministra, Theresa May, en el número 10 de Downing Street, así como en la sede central de la Policía Metropolitana de Londres.
El puente de Westminster, normalmente un hervidero de turistas haciéndose selfis y mirando el Big Ben, está desierto, aún visibles las manchas de sangre de las personas que ayer murieron o resultaron heridas al ser arrolladas por el agresor, cuya identidad todavía se desconoce, aunque las fotos de la prensa muestran a un varón de mediana edad y rasgos aparentemente asiáticos.
Tras la agitación de ayer, los londinenses, muchos de ellos informándose en el metro a través de periódicos gratuitos, asimilan hoy el verdadero significado de lo ocurrido, el atentado que todo el mundo temía y, como ha dicho la Policía, finalmente "se ha materializado". Numerosos policías patrullan la ciudad, muchos de ellos de uniforme o de paisano en el transporte público, y todas los medios de comunicación se centran en la noticia del día, a la espera de que la Policía revele más detalles de la trama terrorista.
También se destaca el papel del diputado conservador Tobias Ellwood, un exmilitar que acudió en auxilio del policía apuñalado por el terrorista, al que practicó infructuosamente el boca a boca.