El caso de la española Pilar Garrido, hallada muerta en julio pasado en el estado mexicano de Tamaulipas, dio hoy un vuelco de 180 grados, después de que las autoridades señalaran a su esposo, Jorge Fernández, como probable responsable del asesinato. En un caso rodeado de incógnitas desde su inicio, la fiscalía estatal dio a conocer dos datos que cambian por completo la narrativa: el primero, que hay inconsistencias en la declaración del esposo, testigo de la desaparición, y el segundo, que Garrido murió por estrangulamiento, una práctica no asociada a los grupos delictivos de la zona. Fernández fue detenido hoy por el delito de homicidio, después de que un juez de control acreditara que había indicios suficientes como para emitir una orden de aprehensión.
El pasado 2 de julio, Garrido, su esposo y su hijo salieron en la tarde del poblado La Pesca, en la costa, con destino a Ciudad Victoria, donde la española vivía desde hacía tres años.
De acuerdo con la versión inicial que Fernández ofreció a las autoridades, la pareja fue interceptada en la carretera por un vehículo del que salieron dos hombres, quienes amenazándolos con armas de fuego les pidieron su coche y sus pertenencias.
Al ver que viajaban con el niño, de un año de edad, los atacantes únicamente se llevaron a Garrido, de 36 años, y huyeron.
El esposo presentó la denuncia ante el Ministerio Público el día siguiente. El motivo para no hacerlo hasta ese momento, según alegó, fue que el niño estaba "muy cansado" y él "se sentía muy mal".
El fiscal de Tamaulipas, Irving Barrios, afirmó hoy en una rueda de prensa que cuando las autoridades repasaron cuál fue la ruta que siguió la familia encontraron "diversas contradicciones en el dicho del denunciante". Estas contradicciones, relató, "llevaron a redireccionar la búsqueda" y con ello el 26 de julio se encontraron unos restos óseos.
Después de que se realizaran estudios en materia genética forense, se determinó que pertenecían a Garrido, aunque la familia anunció desde España que pedirían una segunda prueba de identificación, una vez los restos fueran repatriados.
La hermana de Garrido, Pilar, señaló entonces que solo dirá que los restos son de su hermana "cuando los vea", y que la segunda prueba le servirá para quedarse "tranquila". Preguntada por su cuñado, contestó: "No puedo dudar de él, tienen que presentarme pruebas y de momento no hay nada fuerte incriminatorio, mientras tanto es mi familia".
Hoy el fiscal proporcionó más detalles sobre los dictámenes periciales. La víctima "falleció a consecuencia de asfixia mecánica en su modalidad de estrangulamiento", y presentaba lesiones en nariz, cráneo y cuello.
Esta mecánica, agregó Barrios, "no corresponde al modo de operar de los grupos delincuenciales" que operan en el estado fronterizo con Estados Unidos, considerado uno de los más peligrosos del país y que acumula 395 homicidios y 96 secuestros entre enero y julio de este año.
Además, dijo que los restos óseos continúan en la fiscalía, aunque ya se ha notificado a la madre de la víctima que "pueden trasladarlos cuando ellos (la familia) consideren necesario".
Antes de que se descubriera la osamenta, el fiscal negaba que se estuviese investigando a Fernández, y aseguraba que él no estaba en "calidad de probable responsable".
"Es una persona que está aportando datos en la investigación", dijo en una entrevista radiofónica.
Las autoridades incluso difundieron un retrato robot de uno de los presuntos secuestradores basado en las declaraciones de Fernández, quien decía recordar a uno de los secuestradores: un hombre de entre 15 y 16 años, de complexión delgada y de tez morena oscuro.
Barrios detalló que tanto la madre de Garrido, que se encuentra en México, como la embajada de España en el país ya han sido notificados de la detención de Fernández.
Las autoridades de Tamaulipas han mantenido estas semanas la coordinación con la embajada española, y "se hicieron algunos intercambios de información con las autoridades" de ese país, aseguró el fiscal.