El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, acusó este jueves a Rusia de estar usando el hambre como un arma de guerra contra Ucrania y de poner en peligro a otros países por su bloqueo a las exportaciones agrícolas ucranianas.
"El suministro de alimentos de millones de ucranianos y de millones de personas más alrededor del mundo literalmente es ahora rehén del Ejército ruso", denunció durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.
Blinken acusó a Moscú de bloquear repetidamente el suministro de comida y otros productos básicos a los civiles atrapados en ciudades asediadas con el fin de "lograr lo que su invasión no ha podido: romper el espíritu de los ucranianos", además de destruir almacenes de alimentos y de robar cereal y otros productos.
Según dijo, Rusia está violando de forma flagrante la resolución del propio Consejo de Seguridad que condena este tipo de estrategia y "es el último ejemplo de un Gobierno que usa el hambre de los civiles para tratar de avanzar en sus objetivos".
Al mismo tiempo, recordó que los ucranianos no son los únicos que están sufriendo las consecuencias de la guerra, pues el conflicto está disparando los precios de los alimentos y haciendo empeorar la crisis de hambre que ya estaba empezando a vivirse en numerosos países.
Blinken, que ayer ya presidió una reunión ministerial sobre este asunto, volvió a exigir a Rusia que deje de "bloquear los puertos del mar Negro y el mar de Azov" para que Ucrania pueda exportar los millones de toneladas de cereales que tiene almacenadas y que son clave para muchas zonas de África y Oriente Medio.
Además, acusó a Rusia de amenazar con frenar sus propias exportaciones de alimentos y fertilizantes a los países que critican su invasión.
En ese sentido, insistió en que las sanciones de Estados Unidos y sus aliados a Rusia no están impidiendon en absoluto las ventas de estos productos y dijo que su país trabaja a diario con sus interlocutores para dejarlo claro y que no haya temor a continuar con esas importaciones.
"La decisión de convertir los alimentos en armas es de Moscú y solo de Moscú", subrayó.
En su respuesta, el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, negó prácticamente una por una las acusaciones de Blinken.
Sobre el supuesto bloqueo de la entrada de alimentos a ciudades sitiadas durante semanas como Mariúpol, Nebenzia aseguró que hay "una enorme cantidad de pruebas" de que los miembros del batallón ucraniano Azov fueron quienes se llevaron la comida y de que el Ejército ruso suministró ayuda humanitaria.
El representante ruso cargó también contra la idea de que la invasión de Ucrania esté agravando la crisis del hambre, tal y como asegura la propia ONU, a la que recordó que lleva más de dos años hablando de este problema, mucho antes del inicio de la guerra.
De hecho, Nebenzia consideró que la situación es fruto de las políticas y regulaciones de Occidente, que han causado problemas en la cadena de suministro, especulación en los mercados alimentarios, incrementado los costes del transporte y los seguros y, en general, haciendo aumentar la inflación.
El embajador señaló además como parte de ese problema "la abrupta transición a una energía verde impuesta a todo el mundo" y las sanciones contra Rusia, que aunque no atacan directamente a las exportaciones de alimentos o fertilizantes, frenan las ventas porque los compradores prefieren actuar con un exceso de cautela, dijo.
Sobre el bloqueo del mar Negro, Nebenzia aseguró que su país está tratando de garantizar el tráfico comercial en la zona y que es Ucrania quien ha minado las aguas y rechaza cooperar para permitir el movimiento de buques.
Además, dio a entender que las exportaciones de cereales que Ucrania está haciendo a Europa por otras vías, como el ferrocarril, tienen como fin pagar por las armas que se le están entregando y no tienen nada que ver con la lucha contra el hambre.