El Partido Popular Europeo (PPE) eligió este jueves por amplia mayoría a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como su cabeza de lista a las elecciones al Parlamento Europeo y, por tanto, candidata a repetir al frente del Ejecutivo comunitario entre 2024 y 2029.
A sus 65 años, se lanza a una carrera electoral en un escenario marcado por la guerra de la Rusia de Vladímir Putin en Ucrania, un posible regreso a la Casa Blanca del republicano Donald Trump y la guerra en Gaza.
Sus cartas son buenas dado el balance de su primer mandato y las encuestas que ponen al PPE a la cabeza en las elecciones europeas de junio.
Nombrada por Forbes como la mujer más poderosa, está acostumbrada a tiempos convulsos. Ha capeado dos crisis consecutivas: la covid y la guerra en Ucrania.
La pandemia le estalló al poco de llegar al cargo en noviembre de 2019, y cuando parecía que lo peor quedaba atrás, a finales de febrero de 2022, comenzó la mayor guerra en suelo europeo desde 1945.
El fondo de recuperación de 750.000 millones de euros o la compra conjunta de vacunas -pese a las críticas por falta de transparencia por sus mensajes de texto con el director ejecutivo de Pfizer- son parte de su legado en la crisis del coronavirus.
Sus defensores le atribuyen también haber estado desde el principio en el buen lado de la historia en la guerra de Ucrania, con un apoyo férreo militar, económico y humanitario, así como en defender su candidatura a la UE e impulsar sanciones contra Rusia.
En ambas crisis, esta alemana menuda, de voz suave y de aspecto siempre impecable se ha erigido líder de las instituciones europeas en el escenario mundial con su casi eterna sonrisa.
Pandemia y guerra la empujaron a un papel más geopolítico de lo esperado. Restableció la cooperación trasatlántica con el demócrata Joe Biden, endureció el enfoque sobre China y concretó el Brexit al respaldar el marco de Windsor con el primer ministro británico, Rishi Sunak, que neutralizó la disputa del protocolo irlandés.
Podría haber sido muy diferente. Von der Leyen se convirtió en presidenta de la Comisión Europea con una mayoría raspada de solo nueve votos en la Eurocámara, donde recientemente vio cómo el líder de su grupo político, Manfred Weber, trataba de hacer fracasar (sin éxito) la ley de restauración de la naturaleza (una de las piezas del Pacto Verde Europeo) para aplacar las protestas de los agricultores.
Sus detractores le afean falta de dureza con Hungría y Polonia pese a sus ataques al Estado de derecho, apropiarse éxitos de otros comisarios o no haberles consultado o infrautilizado, mientras se apoyaba en su labor ejecutiva en el equipo que se trajo de Berlín.
Su comunicación, con pocas entrevistas o ruedas de prensa, pero sí cuidados vídeos en inglés, alemán y francés (tres idiomas que domina) también se suma a esa lista de reproches.
La ola de empatía le llegó con el "Sofagate", cuando en una visita a Turquía el presidente Recep Tayyip Erdoğan y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la relegaron a un sofá mientras ocupaban los asientos principales en una reunión oficial.
Piso 13 del edificio Berlaymont
Desde que se instaló en Bruselas, donde nació y se crió hasta los 14 años, Von der Leyen trabaja y duerme en el piso 13 del Berlaymont, la sede de la Comisión, donde acondicionó un pequeño espacio como habitación.
Según su biógrafo Daniel Goffart, es una mujer fuerte, trabajadora incansable y eficiente: doctora en medicina, casada con un médico de origen aristócrata, madre de siete hijos y abuela.Es frugal y abstemia. Se le ve poco en eventos sociales y sus escapadas son a su casa familiar en el pueblo de Beinhorn.
Hija de un destacado político democristiano y alto funcionario europeo, se abrió paso en la política a partir de los 43 años y entró en el gobierno alemán de la mano de Angela Merkel, en cuyo ejecutivo encabezó carteras de Familia, Mayores, Mujeres y Juventud, Trabajo y Asuntos Sociales y Defensa.
Sus defensores dicen que es la mejor presidenta de la Comisión desde Jacques Delors (1985-1995), considerado el arquitecto de la Unión Europea moderna.
Si consigue repetir mandato, será la cuarta en llevar el timón comunitario durante una década.