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Muchos interrogantes sobre unos comicios especiales, los de este martes, por la figura de sus candidatos.

Para profundizar sobre ello nos acompaña el periodista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea, Miguel Angel Benedicto.

¿Cómo va a afectar la elección de uno y otro candidato en temas fundamentales: Política Exterior, la relación con Europa- Rusia?. ¿Qué ofrecen sus politicas económicas?.

"Trump quiere una buena relación con la Rusia de Putin. Hillary sería mucho más dura con los rusos y quiere una zona de exclusión aérea en Siria. Además, mantendrá la misma relación con Europa, Irán o Cuba.

En política económica, Clinton quiere subir los salarios y Trump pretende renegociar los tratados comerciales, subir los aranceles a los productos y bajar los impuestos".

Hay un desencanto generalizado con el sueño americano. ¿Es la causa del auge de un personaje como Trump?

"La desigualdad es la culpable de la subida de Trump. La clase media en EEUU se ha empobrecido y ya no cree en el sueño americano pese a la mejora de la situación económica".

El resucitado escándalo de los correos de Hillary Clinton, conocido como "la sorpresa de octubre", ha tenido un efecto demoledor, igualando las encuestas en la recta final de la campaña. ¿Interviene el FBI en las elecciones de Estados Unidos?

"Algunos dicen que el FBI ha hecho mal en intervenir en las elecciones a pocos días del proceso, pero era su obligación. Lo cierto es que sólo punto y medio separan a Trump de Clinton según las encuestas".

La campaña de Trump ha estado repleta de polémicas por su forma de expresarse y de ser. La campaña ha estado marcada por sus ocurrencias

"Trump está en contra de la élite política de Washington y conecta con la sociedad más desencantada con el establishment. Es una especie de Putin en potencia que amenaza a la otra candidata con meterla en la cárcel. Ha hecho política populista para conectar con la América blanca más empobrecida".

8. El presidente que salga el martes, ¿va a poder hacer todo lo que se proponga?

"El presidente tiene más poder en política exterior pero es muy difícil que saque sus políticas adelante sin el apoyo del Congreso. Ya vimos lo que le ha costado a Obama aprobar su agenda en materia de política interior por el control republicano de las cámaras".

¿Qué legado deja Obama?

"Una sociedad más polarizada, un país muy dividido y con grandes tensiones raciales. De momento, Obama pasará a la historia como el primer presidente negro".

HILLARY CLINTON, DE LA CONTINUA DERROTA A LA PELEA FINAL

Todo empezó en 1972 con una derrota premonitoria: no iba a ser fácil, pero tampoco a rendirse. Una joven nacida en Chicago, de apenas 25 años, se fue a hacer campaña a Texas por el entonces aspirante presidencial demócrata George McGovern. Se llamaba Hillary Rodham y comenzó perdiendo.

Mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Yale, el compromiso con el servicio público ya le latía, así que decidió viajar al Medio Oeste para ayudar al registro de votantes en el segundo estado más grande del país, acompañada de su novio, también estudiante de leyes. Se llamaba Bill Clinton.

Comenzó perdiendo en aquella campaña, como perdería más de 30 años después, en 2008, ante el joven y encantador senador Barack Obama tras una vida entera de lucha y progreso no exenta de escándalos, pero nadie dijo que fuera fácil, y ella lo sabía desde el principio.

Hoy Hillary Clinton está más cerca que nunca de alcanzar la Casa Blanca, a apenas unos días de saber si toda una vida de empeño puede por fin dar sus frutos y convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, reivindicándose así como un eterno Ave Fénix.

Experta en capear escándalos políticos y personales, Clinton, quien nunca renunció a su apellido de soltera, se ha especializado en trufar disciplina y resiliencia, apretar los dientes y seguir adelante.

Durante el periodo de primarias, la sombra de la derrota de 2008 planeó sobre su cabeza, cuando ganó por un margen estrechísimo ante Bernie Sanders en Iowa, y fue derrotada de forma aplastante por el senador en Nuevo Hampshire, un escenario peligroso para el inicio electoral.

Como si a un plato le faltara la sal, a su vida pública no le podía faltar la polémica, así que en este periodo electoral el escándalo por su uso de un servidor privado de correo electrónico mientras era secretaria de Estado (2009-2013) hizo el cupo.

Aunque la Justicia decidió no procesarla a unas semanas de la Convención Nacional Demócrata en julio, la semana pasada, cuando las encuestas le auguraban un final de campaña tranquilo, el escándalo resucitó con la decisión del director del FBI, James Comey, de investigar nuevos documentos encontrados en otro caso y que, según notificó al Congreso, podrían estar relacionados con Clinton.

La ausencia de obstáculos no era posible.

En su época de primera dama, cuando empezó a cobrar especial relevancia en la esfera pública, Clinton ya avisó de que no se quedaría en la caridad y las visitas formales -literalmente advirtió que no se dedicaría a "hacer galletas y servir té"-, sino que aspiró a cambiar las políticas federales.

Su iniciativa para impulsar una reforma sanitaria la situó como la primera esposa presidencial que no se limitaba a decorar las fotografías, pero aquella vez también perdió en el primer asalto.

Sin embargo, como una de sus señas de identidad, no cejó en su empeño, y cuando aún ocupaba su puesto en la Casa Blanca, y su marido finalizaba su mandato, se presentó como senadora por Nueva York (2001-2008), desde donde logró una pequeña victoria en esa materia al extender el acceso a la salud a los más pequeños.

La candidata demócrata a la Casa Blanca centró su carrera en la defensa de los derechos de los niños y las mujeres desde un punto de vista más ejecutivo, lo que le ha valido el sello de confianza en su labor por las familias del país.

Preguntada hace unos meses, en una entrevista con Efe, sobre qué le hacía seguir trabajando tras tantas décadas de esfuerzos y sinsabores, Clinton echó mano del optimismo: "Creo que soy la persona más afortunada en la tierra por poder estar ahí por ellos y para ellos. Y eso es lo que voy a hacer".

Como "Rocky", el boxeador de película con el que le gusta compararse, la abogada de derechos civiles, ex primera dama de Arkansas, ex primera dama del país, exsenadora y ex secretaria de Estado volvió a subir al ring para pelear.

El último asalto será contra Donald Trump, y el desenlace se conocerá el próximo martes.

DONALD TRUMP, EL POLÉMICO 'APRENDIZ' CONSERVADOR

Antes de competir por la Casa Blanca con una campaña plagada de insultos que ha sabido capitalizar el distanciamiento de muchos votantes con la clase política de Washington, Trump era ya en EEUU una celebridad con una biografía digna de un guión de Hollywood.

Nacido el 14 de junio de 1946 en el neoyorquino barrio de Queens, Trump es el cuarto de los cinco hijos de Fred Trump, constructor de origen alemán, y Mary MacLeod, ama de casa de procedencia escocesa.

Tan rebelde era ya desde niño, que su padre tuvo que sacarlo a los 13 años de la escuela, donde agredió a un maestro, e internarlo en la Academia Militar de Nueva York, con la esperanza de que la disciplina castrense metiera a su hijo en redil.

Al parecer, el pequeño Donald "era un bocazas matón" aficionado a "decir palabrotas a todo volumen", según el doctor Steve Nachtigall, de 66 años, quien padeció sus travesuras.

Trump se graduó en 1964 en la academia, donde alcanzó el rango de capitán e incluso vislumbró su destino: "Un día, yo seré muy famoso", le comentó al cadete Jeff Ortenau.

En 1968, el magnate se licenció en Economía en la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, y se convirtió en el favorito para suceder a su padre al frente de la empresa familiar, Elisabeth Trump & Son, dedicada a edificios de alquiler de clase media en los barrios neoyorquinos de Brooklyn, Queens y Staten Island.

Trump se hizo en 1971 con las riendas de la compañía, rebautizada como The Trump Organization, y se mudó a la glamurosa Manhattan a la caza de una fama que llegó a base de proyectos pomposos, autobombo, verdades a medias y una relación borrascosa con la prensa.

El "aprendiz" de presidente justifica esa estrategia en las memorias 'The Art of The Deal' ('El arte de la negociación'), un 'bestseller' imprescindible para entender al personaje, presentado en el libro como un "maestro del trato" que piensa "a lo grande".

"Juego con las fantasías de la gente", escribe el candidato, quien aboga -como se puede comprobar tanto en los negocios como en la política- por la "hipérbole" como "una forma inocente de exageración y una forma muy efectiva de promoción".

El osado empresario empezó, pues, a cimentar su fama con deslumbrantes obras en Manhattan, como la Torre Trump, un lujoso rascacielos de 58 pisos con una cascada interior en plena Quinta Avenida desde el que, por cierto, lanzó su campaña presidencial.

El magnate ha levantado un imperio que incluye hoteles, campos de golf y casinos, un negocio este último que ha incurrido en cuatro bancarrotas pese al "éxito" del que alardea Trump.

Según la revista 'Forbes', el aspirante republicano posee una fortuna de 4.500 millones de dólares, pero Trump insiste en que la cifra asciende a 10.000 millones de dólares.

El multimillonario también se ha lucrado en el mundo del espectáculo no sólo con 'El aprendiz', que le valió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, sino con la aparición en numerosas películas y la propiedad de concursos de belleza como Miss Universo.

Con tres matrimonios y dos sonados divorcios (con la modelo checa Ivana Zelnickova en 1991 y la actriz estadounidense Marla Maples en 1999), la vida personal de Trump ha sido tan agitada como su carrera profesional, para deleite de la prensa del corazón.

Zelnickova le dio al magnate tres hijos (Donald Jr., Eric e Ivanka), que trabajan como vicepresidentes ejecutivos de Trump Organization y juegan un papel crucial en la campaña presidencial de su padre, mientras que con Maples tuvo una hija, Tiffany.

Desde 2005, el multimillonario, de confesión presbiteriana, está casado con la exmodelo eslovena naturalizada estadounidense Melania Knauss, de 46 años, con la que comparte un hijo, Barron William.

Poco dado a abrir su corazón en público, Trump no ha ocultado nunca el trauma de la "muy triste" muerte de su hermano mayor, Fred, un "tipo maravilloso" que falleció a los 43 años por alcoholismo, de ahí que ni fume ni beba alcohol.

Como detalle curioso sobre su singular personalidad cabe destacar que el empresario se define como un "obseso de los microbios" y, por ese motivo, siente aversión a dar la mano.

Trump afronta ahora un desafío "a lo grande", como a él gusta: equilibrar su ego con políticas que seduzcan al electorado para entregarle las llaves de la Casa Blanca.

De lo contrario, el votante, como su personaje en 'El aprendiz', podría descalificarle en las elecciones del 8 de noviembre con un clamoroso "¡Estás despedido!".