Elecciones presidenciales en Francia | EFE
(Actualizado

Francia celebra elecciones legislativas a dos vueltas, el 30 de junio y el 7 de julio, después de que el presidente, Emmanuel Macron, decidiera adelantarlas inmediatamente después de conocerse los resultados de las europeas del 9 de junio, en las que la extrema derecha logró una victoria histórica.Los franceses mayores de 18 años (más de 49,5 millones de personas) están llamados a elegir a los 577 diputados en otras tantas circunscripciones uninominales que reúnen en principio 125.000 electores de media.

Al término de la primera vuelta, quedan elegidos diputados aquellos candidatos que consiguen más del 50% de los votos emitidos en su circunscripción siempre que eso represente al menos el 25% de los electores inscritos en el censo.

Si nadie ha obtenido la mayoría absoluta de los votos, pasan a la segunda vuelta los dos que han terminado en las primeras posiciones, así como los candidatos que hayan conseguido en la primera vuelta un número de votos equivalente a cuando menos un 12,5 % de los electores inscritos en la circunscripción.

Eso significa que cuando el nivel de participación es relativamente alto, como se prevé que ocurra este domingo (los institutos de sondeos anticipan en torno al 64-66 %), pueden calificarse para la segunda vuelta tres o en casos excepcionales hasta cuatro candidatos.

Segunda vuelta

En la segunda vuelta se lleva el escaño el que tenga más sufragios y los demás se quedan sin nada. Por eso es frecuente que un candidato, aunque se haya calificado, se retire si cree que tiene pocas posibilidades para evitar que sea diputado un candidato cuya victoria quiere evitar a toda costa.

Por ejemplo, en estos comicios teniendo en cuenta la victoria de la extrema derecha que preludian todos los sondeos, los partidos de la coalición de izquierdas ya han anticipado que en la segunda vuelta pedirán el voto para el candidato que tenga más posibilidades de impedir la elección de los designados por la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen o sus aliados.

Aunque formalmente es el presidente de la República quien nombra al primer ministro que luego forma su Gobierno, la composición de la Asamblea Nacional que salga de estos comicios limitará mucho su margen de maniobra.

Si como anticipan las encuestas Macron deja de tener mayoría en la cámara (desde las últimas elecciones de 2022 disponía de una mayoría simple, no absoluta), habrá de nombrar a un primer ministro que pueda obtener el respaldo de la Asamblea Nacional, ya que el Gobierno responde ante la cámara de diputados.

Es decir, que para que salgan adelante los proyectos del Ejecutivo necesitan el voto mayoritario de los diputados, que además pueden tumbar al Gobierno con una moción de censura no constructiva, sin constituir un gabinete alternativo con respaldo de la cámara.

El candidato a primer ministro de RN, Jordan Bardella, ha insistido en los últimos días en que no formará Gobierno salvo que los electores le den una mayoría absoluta en la cámara (289 diputados como mínimo) ya que en caso contrario no podría aplicar su programa porque da por hecho que ninguno de los grupos de oposición le darían apoyo.

Posible bloqueo político

Eso significa que si no hay mayoría absoluta para ninguno de los tres grandes bloques, que son RN con sus aliados de derechas, la izquierda y los macronistas, se abre el escenario de un bloqueo político.

Una parálisis que, a menos de que se constituyera un Ejecutivo dirigido por una personalidad independiente de consenso -algo que sería inédito en Francia- correría el riesgo de durar, ya que el presidente de la República no puede volver a convocar elecciones legislativas en un año.

Por lo que se refiere a este segundo y último mandato de Macron, termina en 2027 de forma que si su grupo pierde las elecciones lo normal sería que se iniciara una etapa de cohabitación con un Gobierno de diferente color político.

El jefe del Estado, más allá de algunas prerrogativas exclusivas como la posibilidad de someter un proyecto de ley a referéndum o actuar como garante de las instituciones, tiene competencias en el terreno de los asuntos exteriores y de la defensa, pero que debe compartir con el Gobierno, que es el que en última instancia controla la caja a través del presupuesto.

Así por ejemplo, en la cohabitación que hubo entre 1997 y 2002 entre el presidente conservador, Jacques Chirac, y el Gobierno de izquierdas del primer ministro socialista Lionel Jospin, ambos estaban en representación de Francia en las cumbres europeas.