El candidato de la derecha a las presidenciales francesas, François Fillon, cargó hoy contra los responsables de su campo que le han abandonado, habló de deserciones "sin vergüenza y sin orgullo", y les reclamó un examen de conciencia.
En un discurso ante varias decenas de miles de personas en la explanada del Trocadero de París (más de 200.000 según los organizadores), Fillon dirigió varias pullas contra los barones de la derecha y el centro, que por decenas le han pedido que se retire ante el escándalo que arrastra por los empleos presuntamente ficticios que concedió a su mujer y a dos de sus hijos.
Les dijo que, igual que él ha tenido que hacer su propio examen de conciencia, "os corresponde ahora hacer el vuestro".
"¿Dejaréis -les preguntó retóricamente- que las pasiones del momento se pongan por delante de las necesidades de la nación? ¿Dejaréis que los intereses de camarillas y de carrera y las maniobras pasen por encima de la grandeza y la coherencia de un proyecto adoptado por cuatro millones de personas?".
Aludía así a la legitimidad que reclama por haber ganado las primarias de la derecha y el centro en noviembre pasado, cuando superó con claridad en la segunda vuelta a Alain Juppé, que muchos de los barones de la derecha quieren ahora que le sustituya como candidato.
Ante un auditorio de un público que enarbolaba únicamente banderas francesas y que tuvo que soportar varios chubascos, Fillon dijo que ante los ataques que recibe "de todas partes", escucha a "la inmensa multitud que (le) empuja a seguir adelante".
Pero tampoco se olvidó de "los que dudan y se escapan del barco". "Su responsabilidad es inmensa, y la mía también...", agregó.
Denunció esas "traiciones", al mismo tiempo que reconoció dos "errores" propios: el primero, pedir a su mujer que trabajara para él -la cuestión que está en el centro de la investigación judicial que podría llevarle a su imputación dentro de diez días-, y el segundo, las dudas que tuvo para dar cuenta públicamente de ese asunto.
El candidato de la derecha no solo no dio ningún signo de estar dispuesto a abandonar la carrera por el Elíseo, sino que justificó su voluntad de mantenerse para defender un programa que a su parecer tiene el respaldo popular y es el apropiado para sacar el país del "largo invierno histórico" en que lo han sumido los cinco años de la Presidencia del socialista François Hollande.
Según su análisis, los ataques en su contra pretenden, más allá de perjudicarlo personalmente, "romper la derecha y robarle el voto".
Fillon estuvo flanqueado por el último círculo de fieles (más de 250 cargos electos de la derecha han pedido que se retire), y entre ellos estaba el exministro François Baroin, conocido como un antiguo soporte de Nicolas Sarkozy, y al que algunos han presentado como un posible sustituto en caso de que se retirara.