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Los líderes del G20 acordaron este viernes hacer un llamamiento general para que los países "se abstengan" de hacer devaluaciones competitivas, origen de la llamada "guerra de divisas" que les ha enfrentado en las últimas semanas.

La cumbre de Seul, celebrada bajo la sombra de las tensiones cambiarias entre EEUU y China, finalizó hoy con la emisión de una Declaración final, que fue negociada hasta última hora por las grandes diferencias que tenían los países sobre el tema de las divisas.

Finalmente, los 20 han llegado a un consenso general, el de pedir a los países que se "abstengan" de manipular sus monedas como vía para mejorar la competitividad de sus exportaciones. En un momento, los países incluyeron una mención en la declaración a la necesidad de que no se frene la revalorización de las monedas, en clara alusión a China, pero el gigante asiático logró que se retirara la mención.

"CRECIMIENTO SOSTENIDO Y EQUILIBRADO"

En el comunicado, el G20 establece un plan de medidas que se tienen que poner en marcha en los próximos meses para alcanzar en el mundo un "crecimiento sostenido y equilibrado".Uno de los desequilibrios que hay que atacar es el de la balanza comercial y por cuenta corriente. Los países emergentes, que crecen con fuerza, están consumiendo e invirtiendo mucho menos de lo que producen y gastan, con lo que tienen un fuerte superávit por cuenta corriente.

Por contra, los países desarrollados crecen con timidez y consumen mucho más de lo que producen, con lo que tienen que importar de las naciones emergentes.

En medio de esta situación distorsionada, países como EEUU han pedido a los emergentes, y especialmente a China, que potencien su demanda interna para no depender tanto de las exportaciones. En este contexto, en la Declaración el G20 se compromete a crear en 2011 unas "guías indicativas" que medirán el nivel de desequilibrio en las balanzas por cuenta corriente de los países.

Si esas guías determinan que el desequilibrio llega a niveles peligrosos los países tendrían que tomar medidas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) apoyará en la vigilancia de estos indicadores. Inicialmente, EEUU había querido que se estableciera un límite numérico, del 4 por ciento, para los superávit y déficit por cuenta corriente, una propuesta que fue rápidamente abandonada.

El anfitrión de la cumbre, el presidente surcoreano Lee Myung-bak, explicó que con estos acuerdos "hemos logrado resultados significativos y dado un paso más con respecto a las cuatro cumbre anteriores" del G20, tras Washington, Londres, Pittsburg (EEUU) y Toronto (Canadá).

En algún momento, el intenso cruce dialéctico entre los países hizo temer que se rompiera la unidad del G20, pero ahora "la cumbre ha demostrado (que permanece) el espíritu de cooperación internacional del G20".

En su declaración, los mandatarios muestran su apoyo a un FMI "modernizado" que refleje los cambios que han tenido lugar en la economía mundial con "una mayor representación" de las economías emergentes y naciones en desarrollo, en línea con la reforma aprobada la semana pasada por el Consejo Ejecutivo del organismo. También han alcanzado un acuerdo sobre los elementos fundamentales del nuevo marco de regulación financiera, incluyendo el capital bancario, los estándares de liquidez y otras medidas para hacer un sistema financiero "más robusto".

Además, se comprometen a trabajar para alcanzar una conclusión exitosa y equilibrada de la Ronda de Desarrollo de Doha, al tiempo que presentan un plan de acción de Desarrollo dirigido especialmente a los países de baja renta para avanzar hacia el reequilibrio mundial.

LOS PAÍSES EUROPEOS

Por su parte, los ministros de Finanzas de las cinco principales economías europeas emitieron en Seúl al margen de la cumbre del G20 un comunicado conjunto para intentar infundir confianza a los mercados acerca de la situación económica de Irlanda.

En el comunicado, los ministros de España, Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia, que no mencionan a Irlanda por nombre, subrayan que no se utilizará dinero privado en caso de que sea necesario poner en marcha un plan de rescate.

El Fondo de Estabilidad Financiera europeo, el mecanismo establecido la pasada primavera para suministrar ayuda a los países de la Unión Europea que encuentren problemas para hacer frente al pago de su deuda, "ya está establecido y para activarlo no es necesaria la participación del sector privado", recuerdan.

El Fondo de Estabilidad Financiera actual está dotado con 750.000 millones de euros y expira en 2013.

"Sea cual sea el debate dentro de la zona euro sobre cómo será en el futuro el mecanismo permanente para la resolución de crisis y la posibilidad de que el sector privado participe en él, queremos dejar claro que no se aplicará a ninguna deuda pendiente ni a ningún programa bajo actual inversión".

Los problemas que se puedan producir hasta entonces están cubiertas por el Fondo actual, insisten. La declaración conjunta se produce en medio de una creciente preocupación sobre la posibilidad de que Irlanda tenga problemas para hacer frente al pago de su deuda y tenga que solicitar la aplicación del Fondo.

El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, también en Seúl, declaró el jueves que la UE cuenta con "todos los instrumentos necesarios para actuar si es necesario".