Imágenes por satélite de la destrucción del templo de Bel en Palmira
Los miembros del Estado Islámico dinamitaron diferentes partes del mayor edificio
El grupo terrorista Estado Islámico (EI) ha destruido parte del templo de Bel en la localidad arqueológica de Palmira, en el este de la provincia siria de Homs, dijo hoy el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Los miembros del EI dinamitaron diferentes partes del mayor edificio de Palmira, dedicado a la deidad suprema babilonia y cuyo techo, ya desaparecido, estaba originalmente recubierto de oro.
"Hasta ahora no tenemos información detallada, datos o fotos de lo sucedido en Bel. Solo contamos con una visión preliminar y los testimonios de gente local de Palmira", dijo a Efe Mohamed Nazir Auad, director del Departamento sirio de Edificios Antiguos.
Algunos hablan de una sola explosión y otros de varias en el interior del patio del templo, agregó el experto, que aclaró que el Gobierno sirio no puede confirmar aún los daños y perjuicios de este hecho.
"Estamos esperando fotografías para documentar y evaluar los daños exactos de lo que pasó", explicó.
No obstante, Auad responsabilizó a la comunidad internacional de todas las pérdidas en las antigüedades y la ruinas "tesoro" de Siria, y exigió "un plan inmediato para detener y prevenir toda devastación y destrucción de las ruinas" del país. Este es el segundo templo de Palmira que los extremistas atacan este agosto, tras hacerse con el control total de la ciudad arqueológica el pasado mayo.
El EI destruyó el histórico templo de Baal en Palmira el pasado 23 de agosto, después de haber colocado gran cantidad de explosivos en el monumento de 2.000 años de antigüedad, situado a decenas de metros del teatro romano.
Palmira, cuyas ruinas grecorromanas están incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es considerada una reliquia única del siglo I a. C y una pieza maestra de la arquitectura y del urbanismo romano por las columnas de su famosa calle principal y por sus templos, entre ellos el de Baal.
Esta localidad fue en los siglos I y II d.C. uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo y punto de encuentro de las caravanas en la Ruta de la Seda, que atravesaban el árido desierto del centro de Siria.
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