El domingo hay elecciones en Itallia. Y todo apunta a una victoria de la coalición entre Silvio Berlusconi y Matteo Salvini, representante de la Liga Norte, que podría, incluso, ser primer ministro si su partido supera a Forza Italia. Dos puntos clave en su programa: expulsar medio millón de inmigrantes sin papeles y el 2no" al euro. Populismo proteccionista, una defensa cerrada de la soberanía italiana y manifestaciones agarrado a un rosario y reivindicando el catolicismo como arma política. Matteo Salvini podría llegar a primer ministro, bebiendo del manantial identitario de Trump y de la retórica de Marine Le Pen.
Los partidos italianos intentan captar en los últimos días de campaña de las legislativas al 30% del voto indeciso que puede influir fuertemente en los resultados, aunque ya se preparan para lo que parece inevitable y es que ningún partido logre la mayoría.
En una campaña electoral anodina que no ha entusiasmado a los italianos, según apuntan los analistas, los partidos intentan con sus últimas promesas e iniciativas captar a esos cerca de 10 millones de votos que pueden ser determinantes.
Por ello, los políticos lanzan sus últimas propuestas para convencer a los electores, como el representante de la Liga Norte, Matteo Salvini, quien prometió un ministerio de Turismo y otro para los discapacitados. Considerado el tipo duro de la política italiana, Matteo Salvini ha impulsado a la Liga Norte (LN), fundada para pedir la independencia del norte, convirtiéndola en un pujante partido nacional con su atronador discurso contra la inmigración, con dos referentes: la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, el ultraderechista holandés Geert Wilders, el presidente ruso, Vladímir Putin, o el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.
El "capitán", como le llaman sus seguidores, ha protagonizado la escena política italiana con sus continuas salidas de tono a la hora de arremeter contra el centro de todos sus dardos: la gestión del flujo de la inmigración masiva en los últimos cinco años. Sus aires de enfado, denunciando la "invasión" de inmigrantes o culpándoles del incremento de la inseguridad en las calles, ha acercado al joven político a la extrema derecha, aunque insiste en que no es xenófobo sino que solo desea una inmigración regulada.
Tiene una presencia continua en medios tradicionales, con particular preferencia por las tertulias televisivas, pero sobre todo en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, donde permanece en campaña constante. También destaca por su esfuerzo por recorrer el país y acudir allá donde haya un conato de enfado.
Por su parte, el líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, que no puede ser elegido al estar inhabilitado por su condena por fraude fiscal, insiste en que su candidato es el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Un anzuelo para los posibles electores del centroderecha que ante la ausencia de Berlusconi esperan a una persona moderada, pues la alternativa sería votar a la ultraderechista y antieuropeista Liga Norte o a los postfascistas de Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Sin embargo, Tajani no tiene por el momento ninguna intención de aceptar este cargo y Forza Italia se presentará a las urnas sin candidato.
Berlusconi conoce perfectamente que el resultado tras las elecciones del 4 de marzo no les garantizará la mayoría y ya ayer dejó caer que no tendrá problemas para presentarse el próximo año como candidato a primer ministro cuando prescriba su inhabilitación.
Y es que todos los partidos hacen cábalas sobre lo que ocurrirá y cómo comportarse ante un resultado incierto y el fantasma de un Ejecutivo de transición o nuevas elecciones a la vista.
Por ello, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ha decidido llegar al día después de las elecciones con los deberes hechos y mañana presentará en Roma su lista de ministros y ayer la mandó por correo electrónico al jefe de Estado, Sergio Mattarella, como indicación de que están preparados para gobernar. Una iniciativa considerada "absurda" por el presidente del Gobierno en funciones y miembro del Partido Demócrata (PD), Paolo Gentiloni, que remarcó que era la primera vez que se creaba "un gabinete en la sombra" antes de unas elecciones. "Gentiloni ya está pensando en los pactos y el nuestro no es un gobierno en la sombra sino un Gobierno a la luz del sol", respondió el candidato del M5S, Luigi di Maio.
También se interroga al líder del Partido Demócrata, Matteo Renzi, sobre su futuro si los resultados en las urnas son negativos, pero él asegura que Mattarella indicará quién debe gobernar pero que el secretario del partido seguirá siendo él.
Nadie quiere hablar de grandes alianzas en campaña electoral, pero solo así se podría conseguir formar un gobierno de transición para reformar de nuevo la ley electoral y evitar que se repitan los resultados en otras elecciones.
Por ello, la palabra más utilizada en estos días en el país es "inciucio", que se traduciría por "apaño" o "embrollo", a la que se recurre de manera despectiva para describir los posibles pactos transversales entre varios partidos como Forza Italia y el PD, o las formaciones de centroizquierda y el M5S, para evitar ir de nuevo a las urnas.
La otra opción es la que todos los partidos tienen en mente y que podrían apoyar con mayoría y es que el actual primer ministro, Paolo Gentiloni, elegido por Mattarella tras la dimisión de Renzi en diciembre de 2016, continúe durante un tiempo. "En esta coyuntura, una guía como la de Gentiloni capaz de incluir y de tranquilizar es algo bueno para el país y para todos", afirmó la excomisaria europea y candidata por +Europa, Enma Bonino.