Los hispano-palestinos que han sido evacuados de Gaza han aterrizado en la base aérea de Torrejón de Ardoz en un avión del Ejército del Aire procedente del aeropuerto de El Cairo.
Se trata de 139 personas de las 143 que han sido evacuadas de la Franja en los últimos días por el Ministerio de Exteriores. Los demás permanecerán en la capital egipcia por motivos familiares.
De las 139 personas que han llegado a España 67 son menores (tres de ellos tienen menos de un año) y el resto adultos (39 mujeres y 33 hombres). Cincuenta y cuatro son palestinos y el resto (85) tiene doble nacionalidad.
En las escalinatas del avión, un Airbus A330, les han recibido la ministra de Defensa, Margarita Robles, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Teodoro Esteban López.
El vuelo ha salido a las 04.30 hora española de El Cairo, donde las familias, llegadas allí en los últimos días desde Gaza, fueron recibidas y dirigidas por empleados de la Embajada de España a la zona de embarque, entre ellos muchos niños que correteaban inquietos una vez que se bajaron del autobús.
Las personas que salen de Gaza tienen 72 horas para abandonar Egipto, según el acuerdo de evacuación, y esta responsabilidad recae en las embajadas de los países implicados.
El pasado lunes salieron de Gaza un total de cuarenta hispano-palestinos o familiares de estos, a los que se sumaron otros 74 el martes y 29 más ayer miércoles, con lo que Exteriores dio por concluida esta primera fase de la evacuación.
La salida de estos grupos de Gaza se produjo previa autorización de Israel y con el visto bueno de Egipto, ya que ambos países deben dar su luz verde a la salida de estas personas a través del paso de Rafah.
Dentro de la Franja aún queda otro grupo de hispano-palestinos y sus familiares directos de unas 45 personas, que se inscribieron en los listados en el último momento, y cuya salida ya se está tramitando y se dará en una fecha próxima aún por determinar.
En el operativo para traer a España a esta 139 personas han participado personal del 45 grupo en las Fuerzas Aéreas, el escuadrón de apoyo al despliegue aéreo, la Unidad Médica de evacuación y el Mando de Combate.
"Gaza ya no existe". Eso lo que le han comentado a la ministra de Defensa, Margarita Robles, con el dolor en sus rostros como cara de resignación.
Y eso es lo que han querido repetir de viva voz a los periodistas, una vez que han pasado la aduana, estos pasajeros del horror de la guerra, a los que mirar hace daño, especialmente a los más pequeños.
Sesenta y cuatro menores de edad, algunos de ellos con pequeñas mochilitas en sus brazos, con lo poco que han podido traer. Niños, pero también mayores y buena parte de ellos enfermos, como Nafez Abu Jarad, de 65 años, rodeado de medios de comunicación, deseando contar el sufrimiento que han vivido.
"No hay ninguno que no haya sufrido ataques de avión. Ni que no se le haya muerto la familia, los padres, hermanos... No sé de una veintena de personas, no sé si están bajo tierra o vivos", decía.
"La situación esta mal, mal. Me he escapado como he podido, con mi familia", repetía Nafez, doctor en Económicas. "Gaza está destrozada. Mi piso no sé dónde está, nadie se acuerda dónde estaba su vivienda; esta todo destrozado", se lamentaba este hispanopalestino, quien vivió tres años en España, a la que ama.
Su mujer es española y el dice una y otra vez que España es su patria. "Es todo. Es mi casa desde el 81, cuando me case. Cuando he venido aquí, veo el cariño que nos dais a la causa palestina. Es igualdad", insistía.
Su hija Natalia, de 25 años, recién casada hace un año, viene del brazo de su marido. Ha venido de visita varias veces para ver a su hermano y su hermana. Nunca para quedarse, pero ahora han cambiado las cosas.
"La guerra, muy mal. Hemos cambiado estos días de seis casas porque todas las zonas son peligrosas. Toda Gaza es peligrosa. Dormíamos en habitaciones distintas cada día", decía.
Tampoco existe ya su casa, según le han hecho llegar sus vecinos. En la base le espera su hermano, al que puede ver a través de una puerta de cristal. Sonríe, se emociona y no puede parar de decir "¡ya, ya, ya!".
Quería contar a todos los periodistas, como los que hablaban español, todo el drama que se vive en Gaza desde el pasado 7 de octubre, pero no podía evitar querer pasar lo antes posible ese pequeño umbral que les separaba de sus familiares.
Profesores, economistas, profesionales de muchas especialidades, algunos de los cuales decían desconocer dónde iban a dormir hoy, y qué iba a ser de sus vidas a partir de ahora.
Pero, como incidía Nafez, seguro que verán "algo de luz" ya fuera del horror de esa guerra que llevan todos en sus caras, incluso los más pequeños, ataviados con chándal y ropa cómoda para poder soportar la última parte del trayecto hacia la libertad.