Miles de personas de Manchester siguen realizando homenajes a las víctimas del atentado suicida cometido anoche a la salida de un concierto lleno de jóvenes, que causó 22 muertos -algunos menores- y 59 heridos.
Pancartas con mensajes de solidaridad, o mostrando el símbolo de la abeja obrera -modesta y laboriosa- que se asocia con Manchester, proliferaron ayer en la plaza Albert, en un ambiente de calma y determinación para afrontar el futuro. "He venido porque quería demostrar a los terroristas que no van a interrumpir nuestra vida", dijo durante la vigilia Nick Smith, de 30 años, gerente de un restaurante que hoy ofreció al público café y bocadillos gratuitos.
Multitud de personas se subieron a los monumentos de la plaza para poder seguir mejor los discursos de las autoridades, bajo la atenta mirada de las cámaras de la prensa internacional que se ha apoderado del centro de la ciudad. "Estoy conmocionada", confesó Anne Durnham, una dependienta de 23 años que ayer se enteró del ataque por su compañero de piso, que es guarda de seguridad en el Manchester Arena."Pero no lograrán destruir nuestro espíritu, aquí la gente es abierta y positiva y eso no cambiará", agregó.
Su amiga Cynthia depositó en un rincón un ramo de flores, como los muchos que se acumulan en la vecina plaza de Santa Ana en memoria de las víctimas.
Sara Beaumont, una abogada de 32 años, asistió a la vigilia solidaria con su bebé de siete meses, Adam, y su enorme perro, Bob, porque "no hacerlo hubiera significado admitir una derrota, como un feo a las víctimas". "Mi marido me dijo que me quedara en casa, pero no he podido, pienso que es importante estar aquí".