Después de casi nueve años como presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano firmó hoy su renuncia, tal como adelantó que haría el pasado 31 de diciembre, cuando alegó "las limitaciones y las dificultades" derivadas de su edad, 89 años.
La firma de su dimisión tuvo lugar esta mañana y se hizo pública después de que el primer ministro italiano, Matteo Renzi, interviniera ayer ante el pleno del Parlamento Europeo para dar por terminada la presidencia de turno italiana de la Unión Europea (UE).
La suya ha sido una vida entregada a la política, pues ya en 1942 fundó un grupo comunista y antifascista que, durante la IIª Guerra Mundial, tomó parte en numerosas acciones contra los nazis.
Napolitano sustituyó a Carlo Azeglio Ciampi el 10 de mayo de 2006 y fue de nuevo elegido el 20 de abril de 2013 después de que los partidos políticos fuesen incapaces de alcanzar el suficiente consenso para decidir un sucesor.
Ahora se retira para dedicarse de lleno a su familia, como explicó recientemente, y porque ya tenía "ganas de volver a casa".
Aplausos y gritos inundaron la plaza en la que está el palacio presidencial del Quirinal y despidieron al que pasará a la historia por ser el primer presidente reelegido del país.
Decenas de personas rodearon desde primera hora de la mañana la fachada de este palacio romano y aguardaron la salida de Napolitano, que se produjo a las 12:05 horas (11:05 GMT).
Con el semblante emocionado, el ahora presidente emérito decidió saludar a los que se agolpaban frente a la llamada "La casa de los italianos" con la mano por fuera de la ventanilla del coche.
Pero antes, en el interior de la sede de la Presidencia de la República italiana, recibió con su mujer, Clio Bittoni, un piquete de honor que le dio su adiós, al son del himno nacional.
La bandera italiana se arrió en la fachada del Quirinal y solo volverá a alzarse cuando se haya nombrado al próximo presidente italiano.
Para hacer efectiva su renuncia, ha tenido que escribir tres cartas: una al primer ministro, Matteo Renzi, otra al presidente del Senado, Piero Grasso, y una tercera a la presidenta de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini.
Grasso asume las funciones de la presidencia de la República hasta que sea elegido el sucesor, cuyo nombre será sometido a una primera votación que tendrá que celebrarse, según contempla la Constitución italiana, antes de los próximos quince días.
Aún no hay candidatos claros, tal y como afirmó a primera hora de la mañana Deborah Serracchiani, vicesecretaria del Partido Democrático -que lidera Renzi- y el objetivo del Gobierno es el de "alcanzar un acuerdo en la cuarta o quinta votación".
Los mensajes de despedida por parte de miembros del Gobierno y de la oposición se han sucedido a lo largo de la mañana.
Así, Renzi le dedicó un "#GraciasPresidente" en su perfil de Twitter, mientras que la ministra de Educación, Stefania Giannini, escribió en la misma red social: "Napolitano, gran figura de referencia para el país. Continuaremos con sus esfuerzos en favor de la educación, la investigación y la universidad".
Boldrini también expresó, en una misiva, su gratitud "por el servicio que ha prestado al país" y destacó, a nivel personal, el apoyo que Napolitano le ha "ofrecido constantemente", y se convirtió en un "sólido y fundamental punto de referencia" en su vida.
Más crítico fue, sin embargo, el líder del partido conservador Liga Norte, Matteo Salvini, quien escribió en Twitter "último día de #Napolitano en el Quirinale, no lloro!".
Una frase en línea con el mensaje publicado por los miembros de la formación liderada por el cómico Beppe Grillo, el Movimiento 5 Estrellas, Andrea Cecconi y Alberto Airola, que afirmaron que "Napolitano ha sido, por desgracia, uno de los peores presidentes de la República" italiana.