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La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, condenó hoy la violenta represión de las autoridades de Siria de las manifestaciones pacíficas por todo el país y les instó a "poner fin a ese asalto contra los derechos más fundamentales de su propio pueblo".

Pillay, que reiteró el llamamiento a las autoridades de Damasco para que permitan que una misión de investigación del Consejo de Derechos Humanos visite Siria, se mostró especialmente preocupada por la huida de civiles de la norteña ciudad de Jisr al-Shugur en dirección a Turquía.

"Estamos recibiendo un número cada vez mayor de informaciones alarmantes que apuntan a que el Gobierno sirio sigue tomando todo tipo de medidas para aplastar las protestas civiles", dijo Pillay.

"Es extremadamente deplorable que un gobierno trate de reprimir a su población y de someterla usando tanques, artillería y francotiradores", añadió.

La alta comisionada señaló que de acuerdo a las informaciones de ONG y de otras fuentes, "el número de hombres, mujeres y niños muertos desde que las protestas comenzaron en marzo supera los 1.100, y el de detenidos puede ser de 10.000 o más".

Se refirió a que las organizaciones de derechos humanos locales estimaron que más de 50 manifestantes fueron muertos durante una gran protesta en la ciudad de Hama el pasado viernes, en la que habría sido uno de las jornadas más sangrientas desde que comenzaron las protestas.

También se refirió Pillay al caso del niño de 13 años Hamza al Jatib, quien habría sido secuestrado y torturado hasta la muerte por las fuerzas de seguridad.

"El asesinato y la mutilación de una crueldad inimaginable de este niño parece ser emblemático de la bancarrota moral y legal en que ha caído la política de aplastar a los disidentes con todos los medios posibles", subrayó.

Pillay también pidió a los países vecinos que mantengan abiertas sus fronteras para recibir a refugiados sirios.