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Las fuerzas de seguridad de Siria han cometido crímenes contra la humanidad en la represión de las manifestaciones pacíficas en este país, con la aprobación de las máximas instancias del Gobierno y sin importar si las víctimas eran niños o adultos, denunció hoy una comisión de la ONU.

Según el informe, que está basado en amplia documentación y entrevistas a 223 víctimas directas, testigos y desertores de distintos cuerpos de seguridad, la comisión indica que "miembros de las fuerzas militares y de seguridad han cometido crímenes contra la humanidad en 2011".

En función de la numerosa evidencia que recogió, "la comisión cree que las órdenes de disparar y, de otro lado, de maltratar a los civiles se originaron en directivas emitidas a nivel más alto de las Fuerzas Armadas y del Gobierno", señala la mencionada comisión investigadora.

Los niños no se han librado de la barbarie y también han sido víctimas de torturas y violencia sexual, de la que se ha recogido evidencia particularmente en el caso de varones.

Varios testigos declararon a la comisión que "niños, sobre todo varones, fueron asesinados o quedaron heridos por palizas o disparos durante manifestaciones en varios lugares del país", denuncia la comisión presidida por el brasileño Sergio Pinheiro e integrada por las juristas Yakin Erturk (Turquía) y Karen Koning Abuzayd (EEUU).

Otro aspecto poco conocido de la política represiva del régimen de Bachar Al Asad es el empleo de la manipulación de los propios miembros de sus fuerzas de seguridad pertenecientes a rangos inferiores. "Nuestro comando nos dijo que había conspiradores armados y terroristas atacando civiles y quemando edificios públicos (...) No vimos a ninguno de esos grupos. Los manifestantes estaban pidiendo libertades, llevaban ramas de olivo y marchaban con sus hijos. La orden era disparar al aire e inmediatamente contra la muchedumbre, sin que hubiese tiempo entre una acción y otra", según el relato de un desertor.

A pesar de que la orden es clara y consistía en disparar a los manifestantes sin previo aviso, en algunos ocasiones los responsables de las operaciones les advertían de que debían dispersarse y daban alguna señal antes de abrir fuego. Sin embargo, cuando son detectados, los agentes de seguridad que muestran signos de compasión son castigados tan duramente como los propios civiles detenidos.

Un desertor "con cicatrices en los brazos compatibles con marcas de electrochoques" dijo que en una manifestación contra la que su unidad abrió fuego, él intento "tirar más alto" para luego darse cuenta de que otros cuerpos de seguridad les tomaban fotografías. "Me fotografiaron tirando al aire. Fui interrogado y acusado de ser un agente secreto, me golpeaban cada hora durante dos días y me torturaron con electrochoques", según la víctima.

"Muchos desertores vieron el asesinato de sus camaradas que se negaron a ejecutar la orden de disparar a los civiles", señalan los comisionados, a los que el gobierno no dejó entrar a Siria y realizaron sus entrevistas en los países vecinos.

SIETE MUERTOS EN CHOQUES ARMADOS

Al menos siete personas, entre ellas tres miembros de las fuerzas de seguridad, murieron hoy en choques entre los leales al régimen sirio y opositores en las provincias de Homs e Idleb, en el centro y el norte de Siria, respectivamente. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, tres miembros de las fuerzas de seguridad murieron hoy en el este de la localidad de Saraqeb, en Idleb, tras un ataque de supuestos soldados desertores. Los disidentes capturaron a dos efectivos de seguridad y los llevaron a paradero desconocido, agregó la organización opositora.

Por otro lado, la agencia de noticias oficial siria, Sana, informó de que las autoridades abatieron a cuatro "terroristas" e hirieron a otros siete tras un enfrentamiento en el barrio de Al Jalidiya de la ciudad de Homs, que también se saldó con siete detenidos.

Saná subrayó que las fuerzas de régimen se incautaron de un lanzagranadas en una de las casas de los "terroristas", además de tres vehículos supuestamente robados, uno de ellos un coche-bomba, con matrículas falsas.

En el interior de los vehículos hallaron artefactos explosivos artesanales, altavoces y placas ficticias.

La violencia prosigue en Siria, donde desde el inicio de la revuelta popular contra el régimen de Al Asad, que acusa a grupos armados y terroristas, han muerto más de 3.500 personas, según la ONU.