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Las tremendas estampas de la ciudad de Madaya son sólo "la punta del iceberg" de la situación que se vive en muchas localidades sitiadas a lo largo de Siria, avisó la ONU, que redobló su presión para que se levanten inmediatamente todos los asedios.

"Madaya ha golpeado la conciencia del mundo con horrorosas imágenes de malnutrición y hambre. Lamentablemente, los sitios y la inanición como arma de guerra se han convertido en rutina y en algo sistemático en Siria", denunció la subsecretaria general adjunta de la ONU para Asuntos Humanitarios, Kyung-wha Kang.

Lo hizo en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, donde las potencias hicieron el enésimo llamamiento a las partes del conflicto para que permitan el suministro de ayuda humanitaria a toda la población.

La cita coronó una semana de creciente presión por parte de Naciones Unidas para tratar de poner fin a los sitios de ciudades en Siria, en la antesala del inicio de las conversaciones de paz, previsto para el próximo día 25. Madaya, una localidad de unos 42.000 habitantes a la que las agencias humanitarias entraron esta semana tras meses sin acceso, se ha convertido de pronto en el símbolo de la situación extrema que vive la población sitiada, sin acceso a alimentos, medicinas y otras necesidades básicas.

La ONU y otras organizaciones internacionales han descrito en detalle el horror encontrado en la ciudad, con muchas personas sufriendo de malnutrición y enfermedades y varios muertos recientes a causa del hambre, incluidos varios niños. Kang informó de que 9 personas en situación crítica han sido evacuadas y otras 19 deberían serlo rápidamente. Además, dijo que hoy mismo se aceptó la entrada de una clínica médica móvil.

Pese a ello, la ONU insistió en que es necesario un acceso sostenido a este tipo de poblaciones y no entradas puntuales como las de esta semana. "Madaya es sólo la punta del iceberg", avisó Peter Wilson, el embajador adjunto del Reino Unido, uno de los países que solicitó la reunión de urgencia.

Según Naciones Unidas, hay unas 400.000 personas que viven en localidades sitiadas tanto por el Gobierno como por el Estado Islámico (EI) y otros grupos como el Frente al Nusra. Además, unos 4,5 millones de personas residen en áreas consideradas de difícil acceso por las agencias humanitarias, que llevan años insistiendo en la necesidad de mejorar un suministro de ayuda que deja de lado a muchos sirios.

En el caso de las zonas sitiadas, en 2015 la ONU sólo pudo dar asistencia en promedio a un 3% de la población, un claro empeoramiento respecto a años anteriores. Además de por los combates, esa situación responde a las trabas del Gobierno y otras facciones. De las 113 solicitudes de acceso en ese tipo de zonas hechas por las agencias humanitarias el pasado año, 80 ni siquiera recibieron respuesta, dijo Kang.

"No le exigimos a las autoridades sirias que concedan sin más cualquier solicitud que les sea presentada por las Naciones Unidas", dijo el embajador español, Román Oyarzun, quien agregó que lo que Damasco debe hacer es dar respuestas "en tiempo y en forma y sin retrasos". "Un paso tan sencillo como ese puede tener un impacto muy positivo sobre el terreno", aseguró.

Mientras tanto, países como Rusia y Venezuela criticaron la "politización" del asunto de la ayuda humanitaria, planteando que la atención sobre Madaya se debe en parte a que está sitiada por el Gobierno. Rusia informó de que está entregando ayuda en una de las principales localidades asediadas por el EI dejando caer paquetes desde aviones, una técnica que hasta ahora la ONU no ha utilizado en Siria.

Kang, preguntada por los periodistas, recordó que ese tipo de suministro tiene muchas limitaciones en cuanto al volumen y tipo de ayuda que se puede entregar, plantea desafíos de seguridad y resulta muy caro. Así, dijo que para Naciones Unidas la prioridad de los países con influencia en las partes de la guerra debe ser presionarlas para que permitan de una vez por todas la entrega de ayuda sin impedimentos a las agencias internacionales.