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Los países de la OTAN continuaron hoy sus discusiones sobre el papel de la Alianza en las operaciones militares contra el régimen de Gadafi, con un escenario cada vez más favorable después de que Francia, Reino Unido y Estados Unidos hayan pactado un rol "clave" pero no preponderante para la organización.

Por sexto día consecutivo, los embajadores aliados están reunidos en Bruselas para tratar de cerrar una fórmula que satisfaga a todos los socios.

La OTAN es considerada por una mayoría de países como el actor adecuado para hacerse cargo del control de la zona de exclusión aérea que ha impuesto una coalición sobre Libia, pero las reticencias de algunos aliados por motivos diferentes han frenado un acuerdo.

"Los aliados siguen consultando si activan el plan acordado y cómo definen el papel de la OTAN en la aplicación de la zona de exclusión ordenada por la ONU. No se ha tomado ninguna decisión", dijo hoy en una rueda de prensa la portavoz de la organización, Oana Lungescu.

Según aseguró, las conversaciones se desarrollan en una "atmósfera positiva", que contrastaría con las tensiones registradas en los últimos días, a tenor de lo que relatan diversas fuentes.

Lungescu insistió en que, una vez aprobados ayer todas las planificaciones militares, la OTAN "está preparada para actuar cuando se necesite".

En los últimos días, el deseo de varios países de transferir cuanto antes el mando de las operaciones a la Alianza Atlántica se ha visto frenado entre otros por Francia, que prefiere mantener el liderazgo de las acciones fuera de la organización.

París, que ha propuesto una "dirección política" formada por los países que han decidido aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, defiende que los estados árabes no deben quedarse fuera.

Tras las conversaciones mantenidas ayer entre el presidente galo, Nicolas Sarkozy, el estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro británico, David Cameron, gana fuerza la opción de separar el mando político y el militar.

El ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, subrayó este miércoles en París que la OTAN no ejercerá la "dirección política" de la coalición internacional, sino que intervendrá como "instrumento de planificación y de conducción operativa" para aplicar la zona de exclusión aérea.

La fórmula podría parecerse, en cierto modo, a la que se utiliza en el caso de Afganistán, donde la Alianza coopera con 20 países no miembros y les incluye en la discusión de las operaciones, señalaron hoy fuentes diplomáticas.

El otro obstáculo que hasta ahora se ha encontrado la OTAN para definir su papel en los ataques contra Gadafi es la postura de Turquía y Alemania, dos países miembros críticos con la intervención.

Ankara ha dejado claro que quiere que se cumplan una serie de "condiciones" para que la Alianza actúe en Libia, y ayer el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que su país no participaría "como una fuerza de guerra".

Por ahora, sin embargo, Turquía ha decidido hacer una importante aportación a la operación naval de la OTAN que garantizará el cumplimiento del embargo de armas sobre Libia.

Alemania, por el contrario, se ha negado a participar en dicha misión y ha retirado el mando aliado de dos fragatas y dos buques menores que tenía en el Mediterráneo.

Además, ha ordenado la retirada de los 70 militares alemanes que participaban como técnicos especialistas a bordo de aviones de reconocimiento AWACS de la Alianza.