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La OTAN y las autoridades afganas informaron hoy de los primeros golpes a la insurgencia durante la recién iniciada ofensiva "Golpe de Dragón", esperada durante meses, en el centro espiritual de los talibanes, la provincia sureña de Kandahar.

La oficina del gobernador de Kandahar y la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN difundieron sendos comunicados en los que aseguraron que las tropas detuvieron anoche en el distrito kandaharí de Arghandab a varios insurgentes.

Cuatro supuestos talibanes fueron arrestados, entre ellos un "comandante" insurgente encargado de la colocación en la zona de bombas camineras, el arma más letal usada por los integristas contra los soldados.

El Gobierno provincial de Kandahar constató que la campaña militar iniciada en Arghandab se extenderá a los distritos de Zhari y Panjwai -donde nació el movimiento talibán en la década de 1990-, todos ellos alrededor de la ciudad de Kandahar, capital de la provincia homónima.

El objetivo es estrangular a los talibanes en estas zonas del sur pastún, que revisten de un gran simbolismo para el movimiento liderado por el mulá Omar y desde donde planean ataques en la ciudad de Kandahar.

Éste es el plan descrito ayer por un portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN, Josef Blotz, quien explicó que la ofensiva para desalojar a los insurgentes de estos tres distritos, bautizada como Operación Golpe de Dragón, empezó el pasado sábado.

"Esperamos duros combates", dijo a la prensa el general alemán.

Tanto las autoridades afganas como la ISAF describen este movimiento militar como una nueva fase en las operaciones aliadas en Kandahar, englobadas en el llamado plan Hamkari ("Asistencia"), en marcha desde hace meses.

Aunque en este periodo los talibanes han asesinado a miembros de las autoridades afganas y han atacado a las fuerzas extranjeras en Kandahar, hasta ahora la fuerza aliada no había asaltado los principales feudos espirituales de los integristas en la provincia.

En febrero, miles de fuerzas extranjeras y afganas lanzaron una gran operación en un núcleo de población reducido de la provincia vecina de Helmand, el vivero del opio afgano, pero los resultados no fueron los esperados y la campaña sobre Kandahar se demoró.

Dentro de esta incertidumbre militar tuvo lugar en junio el controvertido relevo del comandante en jefe de la ISAF, Stanley McChrystal, por el también general estadounidense David Petraeus.

Con unos 150.000 soldados desplegados en Afganistán, la ISAF asume el reto de debilitar a los insurgentes antes de julio de 2011, la fecha marcada por el presidente de EEUU, Barack Obama, para el inicio de la retirada militar.

Durante los últimos meses, el mando militar de EEUU y la OTAN han insistido en matizar que la salida se hará según la situación sobre el terreno.

En la Conferencia de Kabul de julio, el Gobierno afgano se comprometió a que sus fuerzas de seguridad asuman el control militar a finales de 2014.

El inicio de la operación en Kandahar este fin de semana ha coincidido con la muerte de decenas de supuestos insurgentes en dos ataques estadounidenses con helicópteros Apache en la región tribal paquistaní de Waziristán del Norte, fronteriza con Afganistán.

La ISAF dio cuenta anoche de esta inusual incursión de helicópteros de EEUU en Pakistán (aunque sí son frecuentes los bombardeos de aviones no tripulados): el primer ataque dejó unos 30 fallecidos y el segundo causó "varias" muertes más, según la OTAN.