El papa Francisco se presentó en Fátima como "un obispo vestido de blanco", las palabras que uso la Virgen en el tercer secreto revelado a los tres niños pastores, en la oración que pronunció y en la que pidió derribar muros y vencer a las fronteras.
Francisco llegó a Fátima en un viaje "algo especial" ya que lo dedicará "a rezar", como explicó a los periodistas en el vuelo, y su primer acto en el santuario mariano fue una oración dedicada a la Virgen en la capilla de las apariciones, donde la Iglesia indica que la Madre de Dios se apareció a los tres pastorcillos.
En esta oración, intercalada por coros, Francisco dijo que con la ayuda de la Virgen "recorreremos todas las rutas": "Seremos peregrinos de todos los caminos. Derribaremos todos los muros y venceremos todas las fronteras, saliendo hacia todas las periferias, revelando la justicia y la paz de Dios". A su llegada a la capilla, el Papa permaneció varios minutos en recogimiento ante la Virgen de Fátima.
Los cientos de miles de personas que se encontraban en la explanada y que hasta ese momento habían aclamado al pontífice argentino permanecieron en un impresionante silencio durante estos minutos
Después comenzó la oración que escribió para la Virgen y en la que se presentó "como obispo vestido de blanco", según relató la Virgen al referirse al "que caía muerto" en los secretos revelados a los niños, Lúcia, Jacinta y Francisco, y que se interpretó como el atentado a Juan Pablo II en 1981. Tras descansar un par de horas, Francisco regresó al santuario para asistir a la bendición de las candelas y el rezo del Rosario.
En su mensaje a los fieles, Francisco rechazó la idea de un Dios "justiciero" y la idea de una Virgen María como "una santita a la que se acude para conseguir gracias baratas"
A los cientos de miles de fieles que llenaron la explanada con sus velas encendidas, Francisco les preguntó si creían que la Virgen era "¿una maestra de vida espiritual (...) o más bien una Señora inalcanzable?" o si la veían como "¿La Bienaventurada porque ha creído o más bien una 'santita', a la que se acude para conseguir gracias baratas".
Desde la capilla de las apariciones, Francisco alejó la idea de una imagen de María "como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar". Sobre este concepto del "castigo divino", el papa afirmó que siempre "hay que anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se realiza a la luz de su misericordia".
"Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente", dijo. Para el Papa, "cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño".
"En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importante", aseveró. Y esa imagen de la "justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás", agregó el pontífice,"es lo que hace de la Virgen un modelo eclesial para la evangelización".
En esta ceremonia en la que se bendijeron las velas de los fieles y dio inicio al rezo del Rosario, el pontífice había comenzado su discurso agradeciendo a los fieles su compañía: " Gracias por recibirme entre vosotros y uniros a mí en esta peregrinación vivida en la esperanza y en la paz".
Francisco llegó a Fátima para participar en el centenario de las apariciones a los tres pastorcillos y la canonización de dos de ellos, Jacinta y Francisco, que murieron con 9 y 10 años. Su primer pensamiento en este mensaje fue para los más necesitados y pidió a la Virgen que ella, "madre tierna y solícita con todos los necesitados, les obtenga la bendición del Señor".
"Que, sobre cada uno de los desheredados e infelices, a los que se les ha robado el presente, de los excluidos y abandonados a los que se les niega el futuro, de los huérfanos y las víctimas de la injusticia a los que no se les permite tener un pasado, descienda la bendición de Dios encarnada en Jesucristo", agregó. Francisco asistió al rezo del Rosario sentado frente a la imagen de la Virgen de Fátima en la capilla de las apariciones.