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La ciudad paquistaní de Peshawar entierra a sus muertos entre escenas de dolor y duelo tras la masacre talibán en una escuela que acabó con la vida de 132 estudiantes, en uno de los peores ataques registrados en un país acostumbrado a la violencia.

Pequeños ataúdes rodeados de gente se mezclan con flores, vigilias y lágrimas en las imágenes que emiten las televisiones locales en el primero de los tres días de luto decretados por el Gobierno.

Al entierro de Zeeshan Safdar en su localidad natal de Nowshera, a 43 kilómetros de la ciudad de Peshawar donde fue atacada la escuela gestionada por el Ejército, acudieron cientos de vecinos de pueblos cercanos, según mostró la televisión Geo. Entre la muchedumbre, su madre gritaba para que no le separasen de su hijo, de "su vida".

Después de que el ataúd fuese sepultado, la mujer explicó entre lágrimas a las cámaras que Safdar le había pedido arroz para cenar. Osama Khalid también murió ayer y fue sepultado entre rezos de su familia y su comunidad en Peshawar. "Crié a mi hijo durante 20 años y en 20 minutos estos terroristas inhumanos me lo han quitado", dijo el padre del joven, que añadió que estaba orgulloso de su hijo, que se ha convertido en un "mártir".

Más joven era Maria Farooqi que, con apenas 14 años, fue asesinada en la escuela el mismo día que su padre le prometió un teléfono móvil si sacaba buenas notas en los exámenes que se realizaban el día del ataque. "Le di un beso y le dije que le compraría un teléfono si sus resultados eran buenos", dijo el padre a las televisiones locales tras un multitudinario entierro.

El ataque se produjo ayer en un colegio gestionado por el Ejército en Peshawar, con un total de 132 estudiantes y 9 empleados del colegio muertos y 131 heridos. También fueron abatidos los siete terroristas dentro de la escuela. Según los relatos de testigos y fuentes oficiales, los atacantes fueron de clase en clase disparando y lanzado granadas dejando un reguero de muertos.

El principal grupo talibán pakistaní, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), reivindicó el ataque y lo justificó asegurando que para el "Ejército nuestras familias son objetivos" en las operaciones militares lanzadas contra los insurgentes en las zonas tribales de Waziristán del Norte y Khyber.