La Policía húngara usa gas pimienta y un cañón de agua para impedir la entrada de refugiados
Varios cientos de refugiados arrojaron botellas y piedras a los policías
150 refugiados y 20 policías sufrieron heridas
La Policía húngara utilizó hoy gas pimienta y un cañón de agua contra un grupo de refugiados que trató de cruzar la frontera desde Serbia, en la que esperan miles de personas que quieren entrar en Hungría para seguir luego hacia otros países de Europa, informa la emisora M1. En las imágenes de la televisión se pudieron observar a decenas de agentes antidisturbios que se movilizaron en el lugar y también algunas ambulancias.
La agencia MTI informó de que se trató de un "grupo menor" que ha intentado romper los cordones policiales que cierran el paso fronterizo de Horgos y que las fuerzas de seguridad han instalado un cañón de agua.
Los refugiados derrumbaron en una zona las vallas, pero los agentes les cerraron el paso, según el portal informativo Origo.
Varios cientos de refugiados arrojaron botellas y piedras a los policías, que utilizaron el cañón de agua y gas pimienta.
La televisión pública M1 informó que al menos 150 refugiados y 20 policías sufrieron heridas.
Zoltán Kovács, portavoz del Gobierno, aseguró al respecto que "la prensa mundial puede ver que no se trata de refugiados pacíficos. Inmigrantes agresivos y armados han sitiado la frontera húngara", según recoge el portal informativo Origo.
Por su parte, Péter Szijjártó, ministro de Exteriores húngaro dijo a la emisora M1 que ha informado de lo sucedido a su homólogo serbio, Ivica Dacic, ya que "la policía fue atacada brutalmente".
"Le he pedido que actúen, ya que el ataque vino de territorio serbio", agregó Szijjártó.
Asimismo el ministro anunció que el punto de cruce fronterizo permanecerá cerrado al menos por un mes más.
Más de 2.000 refugiados se encuentran en la frontera de Serbia con Hungría, exigiendo que se les permita la entrada en suelo húngaro.
Hungría terminó ayer de cerrar físicamente su frontera con Serbia mediante una doble valla y ha movilizado a la Policía y al Ejército para prevenir cualquier eventual intento de los refugiados de romper la alambrada.
Paralelamente ha entrado en vigor una ley que penaliza con entre uno y cinco años de cárcel la entrada ilegal en el país.
Unas 200.000 personas que huyen de conflictos o la pobreza en países de Oriente Medio y Asia han pasado por Hungría en lo que va de año, aunque la inmensa mayoría sólo quiere abandonar este país cuanto antes y seguir hacia Alemania.
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