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La concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea ha cosechado numerosos aplausos entre los Gobiernos de todo el mundo, pero también ha sido recibida con críticas por parte de algunos políticos euroescépticos, así como sindicatos y activistas pro derechos humanos.

El único tono disonante de un mandatario en activo provino del presidente checo, Vaclav Klaus, conocido antieuropeísta, quien calificó la concesión del premio como "una broma pesada".

El portavoz presidencial, Radim Ochvat, señaló que la reacción de Klaus fue una "risa amarga", "síntoma de cierta decepción por la hipocresía", a la vista de que la actual UE es una comunidad "casi ilegítima" y donde "la democracia y libertad se arrugan en un rincón".

En Italia, el senador Sandro Bondo, ministro de Cultura en el Gobierno de Silvio Berlusconi, aseveró que el premio "es una expresión de hipocresía sin límites", ya que actualmente "Europa y su falsa conciencia permanece muda e inerte frente a todos los conflictos que existen en el mundo y pone en peligro la paz".

El Premio Nobel de la Paz de 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, consideró hoy que la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea no debe utilizarse para justificar acciones militares en otros continentes.

"El Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea debe ser un llamado de atención para que detengan sus injerencias militares en otros continentes", afirmó el activista, presidente ejecutivo del Servicio Paz y Justicia Argentina.

A través de su cuenta en la red social Twitter, Pérez Esquivel sostuvo que el Nobel de la Paz otorgado al presidente estadounidense, Barack Obama, y el concedido hoy a la Unión Europea "no deben convertirse en una justificación del accionar de la OTAN".

En el mismo tono crítico hacia las acciones militares de la UE, Ludmila Alexéyeva, veterana activista soviética y rusa que también aspiraba al premio, recordó que algunos países miembros de la Unión Europea combatieron en Irak y en Afganistán.

"No entiendo que se de un premio de la paz a la UE, cuyos países tomaron parte en la guerra de Irak, en la de Afganistán y en otros conflictos", dijo hoy a Efe Alexéyeva, de 85 años.

La activista, que figuraba entre los favoritos a recibir el premio, cree que se decidió conceder tamaña distinción a los Veintisiete "como apoyo moral" a una Unión Europea en plena crisis.

"Querían ayudarles a levantar el ánimo. Parece que (la canciller alemana, Angela) Merkel se ha puesto muy contenta", aseguró, si bien añadió que no cree que el Nobel vaya a provocar un cambio radical en las políticas que pongan en marcha sus burocratizadas estructuras.

El político euroescéptico finlandés y líder del ultranacionalista partido Finlandeses Verdaderos Timo Soini felicitó a la UE por el premio, aunque aprovechó la ocasión para ironizar sobre la gestión comunitaria de la crisis del euro al señalar que "afortunadamente no le han dado el Nobel de Economía".

Soini se mostró perplejo por el hecho de que el comité noruego le haya otorgado el prestigioso galardón justo cuando la UE atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia.

"Es muy interesante que la elección se produzca en un momento en el que la UE tiene dificultades obvias de aceptación y legitimidad", señaló y añadió que la unión económica y monetaria es un proyecto que "ha fracasado totalmente".

En Grecia, el país más castigado actualmente por la crisis económica y los programas de austeridad impuestos por la troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, las críticas llegaron de los partidos de izquierda y de los sindicatos, que apuntan a Bruselas como corresponsable de la caída del bienestar y la pérdida de derechos laborales.

"La decisión del Comité de Premio Nobel de la Paz es una hipocresía que ofende a los pueblos europeos en un momento en que son víctimas de una guerra no declarada a todos los derechos sociales", denunció en un comunicado Syriza, la formación de izquierdas que lidera la oposición.

En el mismo sentido se manifestó el Partido Comunista, que tildó la concesión del Nobel como "un premio a la eliminación de los derechos laborales".

Stazis Anestis, uno de los líderes de la Confederación General de Trabajadores de Grecia (Gsee), la mayor central sindical del sector privado, declaró a Efe que el premio "deja clara la responsabilidad de la UE en esta guerra económica con miles de víctimas, precisamente en el sur de Europa".