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El primer ministro de Italia, Matteo Renzi, clausuró hoy la campaña del referéndum del domingo sobre su reforma de la Constitución, y dijo que la norma no servirá para reforzar al Gobierno sino para dar credibilidad, futuro y dignidad al país.

"El 'si' (a la reforma en el referéndum) no refuerza el Gobierno, sino a Italia", proclamó el primer ministro durante un acto celebrado en la plaza de la Señoría de su ciudad, Florencia, el último antes de que entre en vigor la jornada de reflexión.

El primer ministro defendió ante cientos de seguidores que votar a favor de su reforma constitucional implica conceder "dignidad a las instituciones y otorgar mayor credibilidad a la clase política".

En definitiva, "hacer una democracia más simple" porque, a su juicio, "es justo modificar un sistema que no funciona".

Subrayó que simplificar el sistema parlamentario italiano, la clave de la norma, "permitirá a los gobernantes llevar a cabo las medidas que prometieron" en campaña en vez de gobernar con inestables mayorías, como ha ocurrido en múltiples ocasiones.

Pero, además, su reforma hará de Italia un país más estable que -apuntó- podría situarse "como líder de la Unión Europea" debido a "la situación de caos" que impera en el orden internacional.

Renzi arremetió contra una clase política que, en su opinión, durante décadas ha tenido la oportunidad de cambiar y modernizar el país pero no lo ha hecho, e hizo veladas alusiones a sus numerosos oponentes, también dentro de su Partido Demócrata (PD).

"El objetivo es devolver la confianza a las nuevas generaciones. Nosotros somos los que pensamos que hacer política equivale a proponer, no a agruparse con otros y decir 'no' a todo. Con el 'no' Italia no va a ninguna parte, con el 'si', al futuro", reivindicó.

Renzi eludió hablar sobre lo que ocurrirá tras el referéndum, la principal incógnita de esta cita electoral a la que llegó a vincular su continuidad al frente del Gobierno, una intención que posteriormente ha matizado y desdicho sin dar demasiados detalles.

Consciente de que los últimos sondeos vaticinan una derrota del Gobierno, instó a sus seguidores a enviar mensajes a sus amigos e ir casa por casa y puerta por puerta explicando la reforma porque, a su parecer, "una gran remontada es posible".

La reforma de la Constitución de 1948 planteada por Renzi prevé entre otras cosas el fin del "bicameralismo perfecto", que otorga las mismas competencias a la Cámara de los Diputados y al Senado, desde elaborar leyes a investir Gobiernos.

Para ello excluye al Senado del proceso legislativo, reduciéndolo a una cámara de representación territorial con menos senadores, sin sueldo y designados sin pasar por las urnas entre miembros de las juntas regionales y ayuntamientos pero con inmunidad parlamentaria.

La campaña ha estado protagonizada por dos bloques firmes en sus distintas posiciones: por un lado el Gobierno, prácticamente solo, y por otra la gran mayoría de los partidos de la oposición, unidos en su negativa a una reforma que consideran confusa y, a veces, antidemocrática.

Tal es así que Renzi ha tenido que capear los argumentos de fuerzas tan heterogéneas como el populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S), la "berlusconiana" Fuerza Italia, la xenófoba Liga Norte e incluso de la minoría crítica de su partido de centroizquierda, el PD.

El líder del M5S, Beppe Grillo, cerró hoy su campaña por el "no" en la septentrional Turín, donde alertó de que la reforma "ha partido en dos" a la opinión pública italiana, sumida a su juicio en una suerte de "éxtasis mental".

Por su parte, el ex primer ministro Silvio Berlusconi, en una entrevista a "Il Corriere della Sera", opinó que Renzi ha hilvanado "una reforma cosida a su medida", razón por la que no la apoya a pesar de que en un principio fue ideada entre ambos líderes.

En muchas ocasiones, la oposición ha planteado el referéndum directamente como un plebiscito sobre el propio primer ministro, valiéndose de las amenazas de dimisión del líder reformista.

El tono duro de las distintas posiciones se ha ido incrementando en los últimos días debido sobre todo al gran número de indecisos que aún hay según los últimos sondeos, publicados la semana y que los sitúan en torno al 20 %.

Las mismas encuestas daban por entonces a los detractores de la reforma por delante, con un 55 % de los votos, frente al 45 % de los electores que ya se decantaban por el "sí".