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Los intentos de Rusia y Estados Unidos por revivir la fracasada tregua en Siria quedaron en un punto muerto, con las dos partes enrocadas y exigiéndose mutuamente difíciles gestos antes de dar ningún paso.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo estadounidense, John Kerry, volvieron a reunirse en los márgenes de la Asamblea General de la ONU para tratar de mantener a flote los acuerdos que alcanzaron el pasado día 10 en Ginebra.

Para las dos partes, ese entendimiento que permitió iniciar la tregua sigue siendo prácticamente la única vía posible para tratar de avanzar en Siria.

El ambiente entre las dos potencias, sin embargo, se ha enrarecido en los últimos días con el bombardeo de EEUU a tropas sirias, atribuido a un error, y el ataque contra un convoy humanitario el pasado lunes, cuya autoría no está clara.

Para volver al cese de hostilidades, Washington ha exigido un "gran gesto" que cambie las cosas sobre el terreno y que, a su juicio, debe consistir en que los aviones sirios dejen de volar sobre áreas clave bajo control de la oposición para asegurar el fin de los bombardeos.

Lavrov, que hoy intervino ante la Asamblea General, dejó claro que Rusia no está por la labor de aceptar esa demanda y puso su propia condición: antes que nada debe "separarse" a los combatientes de grupos como el Estado Islámico (EI) y el Frente al Nusra de otros grupos opositores.

"Todos estamos a favor de un alto el fuego, pero sin separación de la oposición de Al Nusra no tiene sentido", insistió en una rueda de prensa posterior.

Dentro del plan acordado en Ginebra, tras siete días de alto el fuego estaba previsto que las fuerzas rusas y estadounidenses preparasen ataques coordinados contra posiciones de los dos grupos terroristas, pero Moscú acusa a Washington de no tomarse ese compromiso en serio.

Lavrov insistió hoy en que EEUU y los miembros de su coalición tienen la responsabilidad de esa "separación" entre los yihadistas y los opositores a los que respaldan y consideró que acabar con los terroristas sería sencillo si se hace pleno uso de la inteligencia de todos los países con recursos en la zona.

"La crisis siria no se resolverá y la lamentable situación humanitaria no se corregirá sin suprimir al EI, Al Nusra y sus grupos extremistas aliados", insistió. El jefe de la diplomacia rusa sugirió que hay algunos actores internacionales que no quieren terminar con Al Nusra, considerada la filial de Al Qaeda en Siria, y que siguen teniendo como prioridad número uno derrocar al régimen de Bachar al Asad.

Kerry dijo que en el encuentro que hoy mantuvo con Lavrov se logró "algo de progreso" y que las dos partes están evaluando "algunas ideas" del otro de forma "constructiva".

Sin embargo, nadie esconde la tensión entre las dos partes. Según el ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, el Grupo Internacional de Apoyo a Siria (ISSG, en inglés) fue ayer testigo en directo de una "confrontación" entre Lavrov y Kerry. "No han sido de las reuniones más brillantes a las que yo he asistido", reconoció hoy el ministro español, José Manuel García-Margallo.

Según Ayrault, la desconfianza entre rusos y estadounidenses es muy grande, por lo que su país quiere que sean varios miembros del ISSG los que supervisen de forma "objetiva" una nueva tregua.

Mientras en Nueva York las potencias trataban sin éxito de reconducir la situación, el Gobierno sirio lanzaba una nueva ofensiva sobre las zonas de Alepo controladas por la oposición, con ataques que dejaron decenas de civiles muertos. Pese al bloque, Lavrov dejó claro que "no hay un plan B" y consideró "esencial" seguir trabajando para evitar que los acuerdos con EE.UU. se rompan definitivamente.