El partido de Sarkozy, la UMP, concluye un debate para reforzar el principio de laicidad, vigente desde 1905 en Francia, donde viven cinco millones de musulmanes. Plantea 26 propuestas que acotan la práctica del Islam frente al auge del integrismo religioso y, en particular, de los fundamentalistas islámicos.
El impulsor, Jean-François Copé, defiende que la laicidad es un debate abierto y clave en la sociedad. Estuvieron presentes portavoces de otras religiones. El proyecto, polémico, suscita el rechazo de los musulmanes, que se sienten estigmatizados, y el recelo de otras confesiones como católicos y judíos, que piden un debate sereno.
Se incluye la prohibición de rechazar la asistencia médica o de negarse en la escuela a las clases de gimnasia, biología o educación cívica invocando cuestiones de fe. Se extiende la prohibición de exhibir signos religiosos, como el velo, a los colaboradores ocasionales de servicios públicos, como los padres que acompañan en salidas escolares.
También al personal que presta servicios de interés general en clínicas o guarderías, incluso privadas. Además, los servicios públicos no se adaptarán al calendario religioso ni a las prescripciones alimentarias, como la comida halal, aunque se ofrecerá una alternativa vegetariana. Celebraciones no tradicionales como el rezo en la calle deberán comunicarse a la autoridad.
El código de la laicidad, que pasará al Parlamento, compilará y ampliará todas las disposiciones ya existentes sobre la libertad de culto que sólo requieren su aplicación efectiva. La oposición ve oportunismo electoralista, una iniciativa del gobierno para cortejar los votos fugados a la extrema derecha.